Capítulo 853
Al ver la expresión seria de Mateo, pensé si no sería mejor decirle lo que quería escuchar para convencerlo y hacer que bebiera.

Bah, da igual, mejor intentarlo.

Me incliné hacia él, acercándome a su oído.

De la nada, se tensó y me empujó, poniéndose molesto:

—¿Qué estás haciendo?

Yo ya ni sabía qué pensar.

Mírenlo, reaccionando como si yo quisiera aprovecharme de él.

Sonreí y le dije:

—Solo quería contarte un secreto. Pero parece que me tienes miedo, ¿eh? Qué raro, el amo y señor de Ruitalia temiéndole a una cualquiera como yo.

Mateo me miró fijamente, como si quisiera leerme la mente.

Un momento después, dijo entre risas:

—No me vengas con provocaciones baratas. ¿Quién te dijo que te tengo miedo?

Encendió un cigarro con calma.

Yo apreté los labios, levanté una copa y me incliné de nuevo hacia él.

Esta vez no me rechazó.

Me acerqué a su oído y susurré suavemente:

—En realidad, sigo pensando que tus abdominales… son los mejores.

Sentí cómo se le puso l
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