Yo lo ignoré. Al fin y al cabo, los strippers los había pedido él.
Además, admirar lo bonito es instinto humano.
Con semejantes abdominales frente a mí, ¿cómo iba a resistirme?
Valerie fue más lejos: empezó a tocarles el pecho, babeando de una forma que daba pena ajena.
Pensé que, con el cuerpo de Alan, sus abdominales y pectorales no debían ser peores…
Entonces, ¿por qué ella seguía tan embobada?
Miré a Alan: estaba tan furioso que ya ni bebía ni miraba a las mujeres que tenía al lado. Solo miraba a Valerie fijamente.
—Señorita, brindo por usted. Venga más seguido a divertirse —dijo uno de los strippers, alzando la copa.
Yo sonreí y la choqué:
—Claro, claro, si tengo la oportunidad, volveré.
—Señorita, es usted muy guapa. ¿Me da su número?
—Yo también quiero, agrégame, te mando fotos de mis abdominales todos los días —dijo otro.
—Y a mí, muchas mujeres me piden fotos, les encantan mis abdominales —añadió un tercero.
—Señorita, yo sé bailar. Si me das tu número, luego te bailo por vide