De repente Camila sonrió y dijo:
—Parece que Valerie y Aurora sí disfrutan de los modelos. Apenas se quitaron la camisa, ya se quedaron embobadas. Supongo que yo soy la anticuada, la conservadora. Pienso que, siendo una mujer casada, no debería andar en estas cosas. En cambio, ellas sí que saben divertirse.
Mientras hablaba, Mateo no dejaba de mirarme, con sus ojos oscuros y serios llenos de un aire amenazante.
Y era absurdo: ¿acaso no había sido él mismo quien nos trajo a ver strippers? Ahora, si yo los miraba, ¿por qué se iba a enojar?
Me enderecé y, con una sonrisa irónica, le contesté a Camila:
—Mira qué cosas dices. Esto lo organizó el señor Bernard. Son sus strippers, no los míos. Si tú no los quieres, perfecto, pero ahora vienes a decir que "no deberíamos jugar con esto". Entonces, ¿significa que no estás de acuerdo con lo que decidió el señor Bernard? ¿Que estuvo mal en organizar esta velada y pedir strippers? Vaya, qué confianza la tuya, ser la "hermanita" de Mateo y atreverse