—Claro que sí, por supuesto.
—Entonces, ¿por qué al principio quiso echar a nuestra mami? ¿Por qué la maltrató? ¿Por qué quiso lastimarla? ¡Él es un mal papá! —Luki habló en voz baja, molesto.
Esa carita enojada dejó a Alan un poco sorprendido.
Se dio cuenta de que, aunque ese pequeñito se parecía más a su mami, cuando se enojaba tenía un aire muy similar a su papá.
Vaya, la genética sí que es algo increíble.
—Así es, Alan...
—¿Cómo? —Alan lo corrigió, sonriendo—. Soy tu padrino.
—Ah, padrino.
La vocecita suave y dulce de Embi sonaba encantadora.
—Padrino, ¿por qué mi papá trató tan mal a mi mami? ¿Será que no la quiere?
—¿Cómo así? Tu papá quiere a tu mami más que a nadie.
—¡No es verdad! Si la quisiera, no la habría echado de la casa. Eso significa que no le caemos bien ni mami ni tampoco nosotros.
Luki, que hace un momento estaba tan emocionado, ahora se quedó pensando en eso y se enojó de nuevo.
Alan se rio, sorprendido y les habló en voz baja para calmarlos:
—No, de veras, tu papá