En ese momento yo estaba acostada en la cama viendo las fotos de los niños.
Cuando escuché el grito asustado de Valerie, por dentro no me sentí tan agitada.
Valerie, con el cabello despeinado, corrió hacia mí, me agarró del brazo y lloró desesperada:
—Los niños desaparecieron, seguro Alan se los llevó. Desde que regresé ayer he estado intranquila, con miedo de que Alan se robara a los niños, así que bien temprano esta mañana fui a verlos a su cuarto. ¿Y sabes qué? El cuarto estaba vacío. ¿Qué hacemos, Aurora? Seguro Alan se los llevó a Ruitalia, ¿qué vamos a hacer?
Al notar mi expresión tranquila y que no decía nada, Valerie se desesperó y me jaló de la cama:
—Te estoy diciendo que los niños desaparecieron, ¿me oíste? También le pregunté a mi mamá, y me dijo que no los había visto. Seguro Alan se los llevó. Fui una tonta, no debí llevarlos conmigo ayer. Ahora sí ese Alan los tiene en la mira.
Le di unas palmadas en la espalda y le dije en voz baja:
—Tranquila, yo lo sé.
Valerie se qued