—Además, no importa si él todavía me ama o no, al final ya no puedo estar con él. A menos que quiera creerme que la muerte de su madre no tuvo nada que ver conmigo —dije.
—Aurora...
—Ya no digas más —lo interrumpí, sirviéndole otra taza de café tanto a él como a Valerie, y sonreí—. Están en una cita, ¿por qué solo hablamos de lo mío con Mateo? Vámonos, sigan platicando, hagan como que los niños y yo no estamos.
Valerie se tocó la nariz, incómoda, y murmuró:
—¿Esto cuenta como cita? No, para nada.
De repente, Alan la miró fijamente y dijo:
—Pues yo creo que mi ahijado tenía mucha razón. Para que nuestras mamás dejen de insistir con el matrimonio, lo mejor sería que arregláramos algo entre nosotros.
—¿Q-qué? ¿Crees que voy a arreglar algo contigo?
—Ay, solo sería de nombre, como novios, para que nuestras mamás se queden tranquilas. No te preocupes, no estoy tan desesperado como para aprovecharme de ti.
—¡Tú… tú… vete! ¡No quiero que me toques!
Le eché un vistazo a Valerie y de pronto me