Llegamos a la habitación.
Alan lo primero que hizo fue meterse al baño.
Cuando entró, se asomó por la puerta del baño y nos advirtió:
—¡No miren!
Me reí bajito.
Valerie de una puso los ojos en blanco:
—¿Quién te va a mirar? Si te quitas toda la ropa para que te mire, ni me molestaría, no es como si tu cuerpo fuera para morirse.
¡Bam!
Alan no pudo con Valerie en la discusión, así que, molesto, cerró de golpe la puerta del baño.
Casi me muero de risa.
Si Mateo está raro, la gente a su alrededor también lo está.
En la habitación había bebidas y bocadillos.
Valerie se acomodó y empezó a comer, tranquila y disfrutando.
Dijo:
—Aurorita, de verdad creo que esta habitación es mucho más cómoda que el salón del banquete. Me quedo aquí, al fin y al cabo soy un nadie, no me afecta lo que pase abajo.
—También puede ser.
Me recosté en la ventana, esperando a que Alan saliera.
Necesitaba confirmar con él si Mateo había llegado o no.
Poco después, Alan salió del baño.
Se puso un albornoz y, desde la p