—Aurorita, hoy hace muy buen clima, ¿vamos a ver las esculturas de hielo? Revisé y, en auto, llegamos en una hora y media —dijo Valerie emocionada.
Bajé la mirada hacia mi vientre, ya bien abultado.
Estos meses mi barriga creció muy rápido, y ni siquiera un abrigo grande podía taparla.
Contando los días, faltaba cerca de un mes para el parto.
Valerie, pensando que me angustiaban los bebés, me dijo:
—Javier me dijo que los bebés están bien, y que tú también. De hecho, él recomienda que camines un poco más durante el día, eso te ayudará en el parto.
—Entonces, Aurorita, ¿salimos a pasear un rato?
Los ojos de Valerie brillaban, llenos de ilusión.
Y sí, para nosotras, que no estamos acostumbradas ni al calor fuerte ni al frío extremo, las esculturas de hielo eran toda una atracción.
Le sonreí:
—Puedo ir contigo, pero según escuché, hay mucha gente. Con esta barriga tan grande, lo más seguro es que tenga que esperarte en una esquina tranquila.
—No importa, tú te haces en la zona de descanso