Cuando toqué mi abdomen, suspiré de alivio.
Menos mal, menos mal.
Los bebés siguen bien.
Valerie se secaba las lágrimas mientras me decía:
—Esto me asustó mucho. Los médicos dijeron que no podían salvar a los niños y que iban a hacerte un aborto. Menos mal que Javier llegó a tiempo.
—¿Fue Javier el que nos salvó?
Creo que escuché su voz cuando estaba medio inconsciente.
Valerie, con los ojos llenos de lágrimas, asintió.
—Perdiste mucha sangre, hasta vomitaste sangre. Me asusté mucho. Pensé en llamar a Mateo para que viniera a verte, pero Carlos no me dejó. Él dijo que Mateo sí venía te diría cosas feas que te harían sentir mal. En mi desesperación recordé que me dijiste que Javier es médico, así que lo llamé. Menos mal que llegó a tiempo, si no... tus bebés...
Valerie tocaba mi abdomen mientras las lágrimas no paraban de caer.
—Aurorita, tienes que prometerme que no vas a estar tan triste. Ya pasó, todo está bien. Piensa en los bebés, piensa en ellos. En poco tiempo estarán naciendo, ¡