Mateo guardó silencio unos segundos antes de responder con calma:
—No le prestes atención.
—¿Y si insiste en buscarme?
Mateo volvió a estar en silencio un par de segundos, luego dijo:
—Si te busca problemas, respóndele. No te quedes callada.
—Ja, eso lo dices tú. Pero si después empieza con que le duele aquí, le duele allá, y se pone a fingir que la maltraté, no te vayas a poner de su lado.
—Jamás. —Me miró con ternura, su voz sonaba firme y decidida.
Bajé la mirada, y sin darme cuenta, estaba sonriendo. El corazón me latía de pura felicidad.
Tomé su mano y le dije en voz baja:
—En cuanto al tema de tu mamá, no quiero que tú cargues con todo. Solo con hablarle bien de mí no va a cambiar su opinión, así que yo también tengo que hacer algo.
—¿Ah, sí? —Mateo acarició suavemente mi cabello.
—¿Qué estás planeando?
—Mmm... no te lo voy a decir todavía. Cuando mi plan salga bien, te lo cuento.
—Está bien. —Sonrió, mirándome con tanto cariño que me sentí como si estuviera flotando en un mar d