Corrí hasta el pasillo del ascensor, pero cuando llegué, ella ya se había ido.
No logré verle bien la cara, pero estaba casi segura de que era la mujer que estaba seduciendo a mi papá.
Entonces, ¿por qué ella estaba con Camila?
¿Acaso Camila la contrató solo para engañar y seducir a mi padre?
De solo pensarlo, me llené de ira.
¡¿Qué demonios pretende esa loca?!
De la nada, ya tenía a Camila al lado y, sonriendo, me dijo:
—Aurora, ¿por qué corriste así?
Le pregunté con seriedad:
—¿Quién era la mujer que hace un momento estaba contigo?
Camila cruzó los brazos y me respondió, con una sonrisa burlona:
—Es una amiga mía, ¿qué pasa? ¿También la conoces?
—¿Una amiga tuya? —dije, molesta.
—Si de verdad es tu amiga, ¿por qué apenas me viste llegar, le dijiste que se fuera corriendo?
Camila se echó a reír como si acabara de escuchar un chiste ridículo.
—Aurora, estás delirando. Mi amiga tenía un asunto urgente, solo le dije que podía irse primero.
—Aunque—añadió con tono sarcástico—, ¿qué signi