Capítulo 530
Cuando llegamos, la madrastra de Mateo no insistió más. Apenas nos vio, vino a decirnos a Javier y a mí:

—Ya vieron, ¿no? Se arrodilló de verdad. Por favor, convenzan a Mateo de retirar la denuncia.

—Ah, ¿sí?

La mirada penetrante de Javier se fijó en Miguel.

Soltó una bocanada de humo y se rio con desprecio:

—Qué curioso, a mí me pareció que lo hizo a regañadientes. ¿Qué pasa, te cuesta tanto pedirle perdón a mi padre?

Miguel lo miró con odio:

—Ya me arrodillé, ya hice lo que me pediste, ¿qué más quieres?

—Sí, te arrodillaste, hiciste lo que yo pedí. Pero un perdón que no sale del corazón … me temo que mi padre no lo aceptará.

Parece que tendré que decirle a Mateo que no retire la denuncia…

La madrastra de Mateo se desesperó al oír eso. Agarró a Miguel del brazo, llorando:

—¡Arrodíllate otra vez! ¡Hazlo de corazón! ¡Te lo dije! ¡Con sinceridad, con sinceridad!

—¡Ya basta! —Molesto, Miguel la apartó con fastidio y miró a Javier.

Javier sonrió con calma:

—Si Miguel no quiere, no lo oblig
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