Era una llamada de mi hermano.
Contesté de una.
Apenas se conectó, escuché su voz, sonaba apenado:
—Aurorita, perdón... a Mayi le salió algo de último minuto, así que no va a poder venir...
—Ah... —le contesté, un poco ida.
—¿Entonces por qué no me avisaste antes? Llevo casi dos horas aquí esperando.
—Discúlpame, Aurorita, ella recién me llamó. Me dijo que le salió algo urgente en su casa. También me pidió que te diga que de verdad le da pena. Mayi es súper buena, te lo juro. Se sentía tan mal por no venir, que hasta lloró en la llamada.
—¿En serio? —pregunté, pero ya sin ganas.
Mi hermano contestó rápido:
—Es cierto, Aurorita, te lo juro. Ella no te está dejando plantada por gusto, no te enojes con ella, ¿sí? Te lo pido...
Se notaba que sí le gustaba esa Mayi.
Sonreí, mirando para arriba.
—No estoy brava. No importa. Ya nos veremos en otra ocasión.
—¿En serio no estás molesta? —su voz sonó nerviosa.
—En serio —le contesté en serio.
—Si tú la quieres, yo también. Si tú la elegiste, deb