—Sí, ¿por qué tiene que ser tan intensa?
—Yo digo que lo hace a propósito, solo para molestar al señor Bernard. Así nos arruina la cena a todos.
—¡Uy, qué tipa más pesada! ¡Qué mala vibra!
Me lanzaban comentarios feos uno tras otro. Apreté los puños, y no pude evitar hablar:
—Si quieren ir a cenar, vayan. ¿Eso qué tiene que ver conmigo? ¿Porque el señor Bernard invita, tengo que ir obligada? ¿No puedo tener mi propia vida? Y si quieren quedar bien con Camila, háganlo, alábenla todo lo que quieran. Pero dejen de meterme en sus dramas. Eso de aplastar a una para alabar a otra es una porquería.
—¡Oye, ¿qué te pasa?! —se ofendió una.
—Sí, solo estamos diciendo la verdad. Siempre estás armando problemas, nunca vas a estar al nivel de Camila.
—Con razón el señor Bernard se quiso divorciar de ti. Con esa actitud tuya, ni para llevarle los zapatos a Camila sirves.
—¿Ah sí? Pues si son tan buenas, vayan ustedes y háganlo.
Me reí, agarré mi bolso y me fui.
Pelear con ellas era perder el tiempo.