—Ah, mira, parece que sí te importa algo —dijo Alan con sarcasmo—. Y yo jurando que ni corazón tenías.
Cada palabra era como una espina clavándose en mi corazón.
Le contesté seca:
—Si tienes algo que decir, dilo claro. No me vengas con ese tonito.
Alan se burló en voz baja:
—No me atrevería. Ahora tienes a Waylon, ¿quién soy yo para meterme contigo?
El sarcasmo era evidente. No tenía ganas de seguir escuchándolo, así que le cerré la puerta en la cara.
Desde el pasillo, su voz sonó furiosa:
—¡Tenían razón! ¡No tienes corazón! ¿Crees que Mateo se muere sin ti? Para que sepas, él ha estado con Camila estos días. ¿Piensas que por estar con Waylon lo tienes todo resuelto? Cuando él te bote, ni se te ocurra ir llorándole a Mateo.
Miré hacia abajo.
Así que Mateo había estado con Camila…
Con razón no vino a molestarme.
Sonreí con amargura, sintiendo el pecho vacío.
—¿Eh? Mateo, ¿ya sales? —se oyó de nuevo a Alan desde afuera.
El corazón me dio un salto. Abrí la puerta sin pensar.
Mateo pasó fr