Yo tampoco sabía si este método funcionaría.
Pero, si de verdad Mateo deseaba tanto que le diera un bebé, entonces este método debería servir.
Después de enviarle el mensaje, me recosté contra el lavabo, inquieta, esperando.
No sabía si Mateo vendría o no.
Lo único que le había escrito fue: “Ven al baño un momento, tengo algo que decirte.”
Esperé unos cinco minutos y aún no vi aparecer a Mateo.
¿Acaso no había visto el mensaje?
¿Debería llamarlo directamente y decirle que viniera?
Dudando, esperé dos minutos más antes de sacar el celular y marcar directamente el número de ese hombre.
De repente, detrás de mí sonó un tono de llamada muy familiar.
Me alarmé, levanté la cabeza de golpe, y en el espejo frente a mí apareció alguien.
Era Mateo.
Me quedé algo confundida. Ese hombre de verdad se movía como un fantasma, sin hacer ruido.
Su celular seguía sonando, así que colgué rápidamente la llamada y me giré para mirarlo respetuosamente.
Por mucho rencor que sintiera por dentro, no podía camb