Un hombre como Mateo, tan cambiante y violento, ya mejor ni me esfuerzo en tratar de entenderlo.
Le contesté, irritada:
—Con que te desquites conmigo es suficiente. No metas a mi familia.
—¡¿Cómo?! —Mateo dijo entre risas, y agregó con voz cortante—: ¿En serio crees que regalarte una mansión y traer a tu familia es parte de mi venganza?
—¿Acaso no lo es?
Él volvió a reírse con sarcasmo y de pronto me agarró por la camisa:
—Déjame decirte algo: si quisiera acabar con ustedes, sería más fácil que pisar una cucaracha. No necesito hacer tantas bobadas.
Se notaba que estaba furioso, conteniendo la ira.
Y lo peor es que sabía que decía la verdad.
Con la diferencia de poder que había entre nosotros, si quisiera hacernos desaparecer de Ruitalia, lo lograría en un abrir y cerrar de ojos.
Entonces, si no era por venganza... ¿Por qué este repentino acto de "generosidad"?
Lo miré sin entender:
—¿Por qué de repente eres tan "amable", regalándome una mansión tan cara?
Mateo no apartaba la vista de m