Capítulo 253
Mateo volteó y me miró.

Estaba sonriendo, pero su mirada era indiferente, como burlándose de mí, y eso me hizo sentir todavía más apenada.

Agaché la cabeza y dije:

—Perdón, Mateo, me equivoqué. Me voy.

Justo cuando iba a jalar mi maleta para irme, Camila se acercó y me agarró del brazo, toda emocionada:

—Mateo y yo vamos a cenar, ¿por qué no vienes?

—No, muchas gracias —le contesté molesta, soltándome y queriendo salir de ahí.

Camila, haciéndose la buena onda, siguió insistiendo:

—Entonces deja que Mateo te lleve. Vas cargando esa maleta y se ve pesada, ¿no?

Me detuve un segundo, y Camila puso cara de que acababa de recordar algo, y dijo:

—¡Ay, no puede ser! Seguro ni has encontrado dónde quedarte. Mejor vamos contigo a buscar un lugar.

Mientras hablaba, se acercó como si nada a agarrar mi maleta.

Sentí un coraje tremendo, no lo pude aguantar.

La aparté de un golpe y le dije bajito, pero claro:

—¡Ya te dije que no!

Qué mujer tan insufrible.

Mi voz hizo que Camila me mirara con los ojos
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