—Aurora...
Él murmuró mi nombre, su voz llena de una emoción difícil de definir.
Esa voz grave, esa concentración y entrega que mostraba en la cama… siempre me hacían creer, aunque fuera por un momento, que él sentía algo por mí.
De repente, bajó la cabeza. Sus labios estaban a punto de rozar los míos.
Pero, de repente...
—Mateo...
La voz de Camila apareció bruscamente.
Mateo se quedó quieto.
Yo lo aparté rápido.
Claro… entre nosotros dos siempre estuvo Camila.
Por más que quisiera creer que él me amaba, no podía negar que, en realidad, amaba era a Camila.
—Uy, Aurora, ¡qué coincidencia! ¿También estás aquí? —Camila se acercó, colgándose del brazo de Mateo, y me sonrió.
Asentí con indiferencia:
—Vine a hacerme unos exámenes médicos.
Mientras hablaba, miré el informe médico en las manos de Mateo.
Probablemente, él estaba allí acompañando a Camila, ya que había oído que su salud no estaba bien.
Él siempre era muy atento con ella, la acompañaba en cada revisión médica.
De pronto, entendí