— ¿Cómo van a castigarla? —Jeremi y Caleb se miraron, sin saber qué decir. Por un momento, se quedaron callados, buscando una salida.
Caleb fue el primero en decir algo:
—El problema es que ella está como asistente temporal en el archivo. Cuando entró firmó un contrato donde dice que no puede ser despedida sin justificación.
— ¡Exacto, exacto! —aprovechó Jeremi para meter la cuchara—. Si no fuera por eso, ya la habríamos sacado. Una empleada tan problemática... Patrón, por favor, no nos haga pagar a todos por ella.
— Sí, jefecito —agregaron los dos casi al mismo tiempo—. En nuestra oficina siempre hemos sido responsables. No nos juzgue por eso, no deje que todo nuestro trabajo se vaya al suelo por lo que haga esa cualquiera.
— Patrón...
— Suficiente. —Mateo los interrumpió con el tono seco de alguien que ya se hartó.
Jeremi cerró la boca al instante.
Caleb tampoco dijo nada más. Solo me lanzó una mirada llena de desprecio.
Mateo sacó una cajetilla, se puso un cigarro en la boca y, ante