Sentí un rechazo en lo más profundo de mi corazón.Camila no me cae bien. No solo porque sea la mujer de Mateo, sino porque siempre parece demasiado amable, demasiado perfecta.Estar cerca de ella me incomoda.Se acercó, sonriendo como si todo fuera color de rosa.— Eh, Aurora, qué coincidencia.Ryan escuchó su voz y se volteó de inmediato.Camila tenía esa cara dulce y una ropa que parecía recién salida de una revista de moda.Ryan la miró con los ojos bien abiertos, casi deslumbrado, y volteó hacia mí:— ¿Ella es tu amiga, Aurora?— Sí, somos amigas —contestó Camila antes de que yo pudiera decir nada.Ryan se asombró aún más y me dijo:— No sabía que tenías una amiga así. Esta señorita tiene mucha clase, parece de esas familias importantes.Ignoré su entusiasmo y miré a Camila, seria:— ¿Querías algo?— Oh, nada especial. Solo que, ya que nos encontramos por casualidad, esta vez invito yo. Pidan lo que quieran.— No es necesario...— ¿En serio?Antes de que terminara la frase, Ryan s
A Ryan ya ni le importaba lo que yo pensara. Le dijo al mesero:— Quiero un filete al carbón, y también…Seguía pasando páginas del menú como si tuviera una tarjeta sin límite.Me empezó a desesperar. ¡De veras iba a pedir también ese vino de quinientos dólares!De un tirón, le bajé el menú y le hablé directo al mesero:— Nada de filete al carbón. Vamos a pedir otra cosa.— Aurora… —Ryan me miró con fastidio, como si yo fuera la que arruinaba todo.Y para completar la escena, el mesero me lanzó una mirada seca, como si le diera flojera atender a gente como yo.Camila sonrió, con esa cara que usaba cuando quería aplastarte sin ensuciarse las manos, y le dijo al mesero:— Vale, tráiganlo igual. Que traigan el filete al carbón.— Perfecto, por favor, esperen un momento —dijo el mesero antes de irse.Cuando se alejó, Ryan suspiró como si acabara de salvarse de una catástrofe.Camila me miró con esa sonrisa que no se le movía ni un centímetro, y con tono de “te estoy haciendo un favor”, dij
Bajé la mirada, sintiéndome revuelta por dentro.Ahora que Mateo ya sabía dónde estoy viviendo, si se le ocurre averiguar más, seguro da con mi dirección y con el trabajo que tengo.¿Va a dejarme tranquila?Si lo que quiere es vengarse, no solo podría perder este trabajo, también el cuartito donde estoy viviendo.¡Qué fastidio!Justo cuando sentía que todo empezaba a acomodarse un poco, va, y aparece él.¿Y qué hace aquí con Camila? Tiene tantos lugares en la ciudad, ¿por qué venir a este barrio?Mientras pensaba en todo eso, Ryan me interrumpió como si nada:— Aurora, pedí varios platos más: carne picante, caviar, pasta... Como alguien nos está invitando, hay que aprovechar, ¿no?Sentí un nudo en la garganta.Nunca quise que Camila y Mateo nos invitaran.Y lo que Ryan acababa de pedir, fácil costaba la mitad de mi sueldo.Tenía ganas de levantarme y salir corriendo.A partir de ahora, si me cruzo a Camila, me voy por otro lado.Los platos empezaron a llegar pronto, aunque el filete al
Mateo se echó hacia atrás en su silla con toda la calma del mundo, mirándome como esperando que yo reaccionara.Bajé la mirada y me puse de pie, caminando despacio hacia donde estaban.Me paré frente a Camila y le dije, directamente:— Primero, Ryan no es mi pareja. Y segundo, la gente como yo, la gente normal, es así, sin lujos. Nunca vamos a estar al nivel de alguien tan... refinada como tú, Camila. Así que la próxima vez que me veas, mejor ni me saludes. No vaya a ser que se te pegue algo.Camila cambió la cara al instante. Se le notaba la molestia, aunque intentó disimularla:— Aurora, solo me sorprendió tu elección, no lo dije con mala intención. Igual seguimos siendo amigas, ¿no? Y además, seguimos teniendo ese vínculo con Mateo…— ¿Qué vínculo?Ya me estaba hartando. El mal trago de verlos otra vez y encima tener que aguantar provocaciones…La miré directo a los ojos, sin titubear:— Yo con tu Mateo no tengo ninguna relación. Así que...No alcancé a terminar. Mateo se levantó de
Me puse tensa de golpe y me levanté de un brinco, pensando que quizá había escuchado mal.Pero no, ahí estaba otra vez: los golpes en la puerta.Me acerqué con el corazón latiéndome en la garganta.— ¿Quién es? —pregunté, sin tocar la puerta.Silencio.Una mala sensación me llegó al pecho.Si fuera Ryan o mi hermano, ya habrían dicho algo.Pero nada.Todo callado.No... no puede ser Mateo, ¿cierto?Me subió el pulso. Me acerqué más, la voz temblándome:— ¿Quién es? ¡Si no dices nada, no voy a abrir!Otra vez ese silencio ensordecedor.Me hervía la sangre.— Te digo en serio, si no respondes, no voy a abrir.Pasaron varios segundos hasta que, por fin, una voz conocida sonó del otro lado. Fuerte, firme, seca:— ¡Abre la puerta!Sentí cómo se me agitaba todo por dentro.Era él. Era Mateo.No sé por qué me sorprendía que me hubiera encontrado tan rápido. Subestimé lo que puede hacer alguien como él. Le bastaron unas horas.¿Dónde más me puedo esconder?Me quedé apoyada en la puerta, con la
Pero cuando di un paso atrás, él dio uno hacia adelante.Y así, sin darme cuenta, ya estaba contra la pared.Mateo apoyó las manos a cada lado, dejándome sin salida. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración. Tenía la mirada clavada en mis ojos, sin pestañear.Aparté la mirada con desesperación y pregunté, bajito:— ¿Qué quieres de mí?En el restaurante ya le había dejado clarísimo que no iba a volver con él.¿Entonces qué busca ahora? ¿Por qué aparece así, de noche, en mi casa?Él seguía mirándome desde arriba, con ese aliento cálido que me rozaba la cara y me hacía temblar. Intenté inclinarme hacia un lado para escaparme.Pero él bajó el brazo y me bloqueó.Lo miré, furiosa:— Mateo...Sonrió, solo un poquito.No sé si era idea mía, pero por un segundo, me pareció ver un rastro de dolor en su mirada.Aunque, tan pronto ese desprecio volvió a aparecer en su cara, me convencí de que lo había imaginado.— ¿Prefieres quedarte en este lugar antes que venir a vivir a una mansión con
Cuando Mateo puso su mano sobre la parte más sensible de mi pecho, sentí un miedo instantáneo y grité, atrapando su mano con fuerza.Estaba tan nerviosa que apenas pude hablar, mi voz sonaba diferente:— Mateo… ¿Qué... qué estás haciendo? ¿No dijiste que no… no tenías interés?Justo en ese momento, alguien tocó la puerta.Era la voz de Ryan desde afuera:— Aurora, abre, soy yo, Ryan.Mi cabeza iba a estallar. ¿Cómo había llegado Ryan otra vez?Miré a Mateo, que me observaba. Sus ojos, antes indiferentes, ahora se llenaron de ira.Se liberó de mí y apretó mi mano.Lo miré furiosa, pero él solo sonrió, burlándose.Ryan siguió tocando la puerta, preocupado:—Aurora, abre, sobre la carne... mi mamá y yo no terminamos de comerlo, se va a poner malo mañana. Lo traje para ti. Es tan caro, no lo desperdicies.Mateo se rio con desprecio y se acercó a mi oído, susurrando:— Mira, esto es lo que elegiste, un tipo que te trae las sobras que dejó él y su madre. Aurora, de veras, deberías ir a un mé
Por el bien de mi bebé, aunque me aterraba, sabía que tenía que decirlo.Mateo sonrió, apagó el cigarro y lo tiró a la basura. Se recostó en el sofá, y me miró con esa sonrisa que siempre me sacaba de quicio.— ¿Te gustó el tipo de antes porque no fuma?Me quedé muda.Este hombre de verdad tenía más imaginación que un pintor.Lo miré fijamente y le dije, con calma:— Mateo, no sé si lo vas a creer, pero Ryan es solo un compañero de trabajo. ¡Solo eso! Te pido que dejes de pensar que hay algo entre él y yo.— ¿Compañero de trabajo? —repitió Mateo, muy lentamente. Apoyó la mano en el respaldo del sofá y comenzó a tamborilear con los dedos, como si estuviera pensando algo muy profundo.Con él ahí, era imposible irme a dormir tranquila.Lo miré y le pregunté otra vez:— ¿Por qué viniste a buscarme esta noche? ¿Qué quieres?Mateo miró hacia la ventana, observando la noche, y después de un rato, dijo:— El brazalete que te dio mi abuela...— El brazalete lo reparé. Aunque tiene una grieta, n