Los dos me saludaron con una sonrisa.Mientras bajábamos las escaleras, Ryan me dijo:—Aurora, ¿te enteraste de que ayer vino el patrón de donde trabajamos?—No lo vi, para ser sincera—contesté.Ayer había rumores de que el jefe llegó a inspeccionar la obra en un auto de lujo impresionante.Mucha gente de la oficina fue corriendo a verlo, hasta el supervisor.Yo preferí no ir. No me gusta meterme en multitudes, y además, no quería arriesgarme a caerme por andar de chismoso.Todo el comedor ayer hablaba del tema.Lo curioso es que nadie sabía el nombre del jefe.Ryan dijo:—Yo no alcancé a verlo, pero mi mamá sí.Mientras hablaba, le dio un golpecito en el brazo a su mamá.Entonces, la mamá de Ryan agregó:—Justo pasábamos cerca, así que lo vimos. Y no te imaginas, ese patrón es tremenda pinta, alto, con unas piernas larguísimas. Y su cara... más guapo que cualquier actor de cine.Casi me da risa escucharla hablar así.La mamá de Ryan me miró y sonrió antes de decir:—Aurora, no te ofen
Me hice a un lado, aunque casi pierdo el equilibrio.Alcé la mirada y vi a Ryan.Ryan me dijo:—¡Oye! ¡Ese carro venía directo hacia ti! ¿Por qué te quedaste parada como una boba?Aunque el carro todavía estaba algo lejos, Ryan solo pensaba en mi seguridad, así que no me molesté.Le contesté:—No me sucedió nada, sabía cómo esquivarlo, solo que me pareció conocido.—Vaya, si tú lo dices, Ja, ja, ja...Cuando dije eso, Ryan y su mamá se echaron a reír a carcajadas.Sobre todo ella:—Aurora, ¿qué? ¿Acaso viste un carro así alguna vez en tu vida? ¿Por eso te pareció conocido? Ya te lo dije antes, nosotros tenemos que ser realistas, no andar soñando con tanta plata. Mira, estás haciendo el ridículo, ¿no te da pena?¿Ridículo?Torcí el rostro, pero no dije nada.La mamá de Ryan siguió:—Ese carro es del patrón de la obra, no vayas a hacer una bobada. Si te ve y te echa, ni vas a saber qué hacer.—Vale, Aurora —la apoyó Ryan de inmediato—. La otra vez te quedaste viendo ese carro como si est
La mamá de Ryan me estaba tirando indirectas bastante claras, y claro que me di cuenta de su sarcasmo.Sonreí un poco y le dije:—No hace falta, todavía tengo que trabajar.Después de eso, seguí mi camino.Detrás de mí, ella se reía:—No vayas a querer caerle bien al patrón a escondidas, ¿eh? Acá hay mucha gente, y si haces el ridículo, todos te lo van a recordar.Sabía que me estaba advirtiendo que ni soñara con acercarme a un tipo con dinero.Me limité a sonreír sin darle importancia y me fui directo a la oficina.Cuando entré, todo era un alboroto.Normalmente, ahí casi ni se escucha ni un murmullo, solo el ruido de los papeles y los teclados.Pero hoy, apenas puse un pie adentro, todos hablaban al mismo tiempo.Muchos decían que, si el patrón seguía ahí al salir del trabajo, iban a ir a verlo.Me dio risa, parecía que hablaban de un famoso.Algunos compañeros se me acercaron y me preguntaron si quería ir a ver al jefe tan simpático.Yo solo me reí y les dije que no.Por la segurida
Mateo Bernard me cogió por casi media semana. Por supuesto, yo también me lo cogí a él. Lo hubiera hecho a gusto, de no ser por el hecho de que él se aprovechó de mi estado. Él era tan solo un pobretón a quien yo no solo no dejaba que me pusiera ni un dedo encima, sino que también lo menospreciaba y pisoteaba.Ahora, irónicamente yo soy quien ha caído en la pobreza y la desgracia, y él, en cambio, ha prosperado. Pero, como si quisiera vengarse por toda su frustración, ahora de verdad me hacía el amor, y me lo hacía con mucha hambre de mi………Mi ahora esposo por error que vino a vivir a mi casa.¿Y por qué esposo por error? Porque, al principio, su hermano era quien me gustaba e incluso salía con él. Pero, en una reunión de fraternidad, terminé teniendo sexo con el hermano equivocado en medio de mi borrachera. Y todo el mundo se enteró.Al final, mi padre no tuvo más remedio que pedirme que me case con él, para no deshonrar a la familia. Así, él se convirtió en su yerno y acabó vivi
Al no tener nada más que hacer y de los nervios tan terribles que sentía, me puse como una niña de preescolar a jugar con mis dedos, mientras yo explicaba el motivo de mi visita.Me vio directo a los ojos, como cuestionándome esto me puse mucho más nerviosa. Pero luego, sonrió y me preguntó:—¿Y por qué crees que debería ayudarte?Sabía que pedirle el favor sería en vano, así que, nerviosa, sonreí tontamente y le respondí:—Entonces, supongo que mejor olvida que vine.Claro, después de cómo lo tratamos en el pasado, era un milagro que no buscara venganza contra toda mi familia. ¿Cómo iba siquiera a considerar ayudarnos?¿En serio porque había venido a suplicarle? Cuanto más lo pensaba, más se me arrugaba la cara de la mucha vergüenza, era bien ilusa yo.Di media vuelta para irme, pero él me detuvo.—No te vayas aún—empezó—, ¿habla a ver qué estás dispuesta a ofrecerme para que te ayude? Si vale la pena, no me importaría echarles una mano.Me quedé paralizada. Pensé y pensé, pero
—¡Mira nada más y donde me la vengo a encontrar! ¿Esa de allí no es la señorita Aurora, la dulce esposa del señor Bernard? ¿También por estos lares de fiesta? Ups, espera quizás me equivoco... ¿De fiesta y con uniforme del antro? —Su burla llenó el aire y fue seguida de un corridillo de rumores.Apreté con fuerza el carrito de bebidas. Inhalé profundo. De nada servía esconderme; ya me habían visto. Y ahora estaban decididos a humillarme, no tenía cómo escapar. Lo mejor para mí en ese momento era enfrentar la situación con la cabeza en alto, sin dejarme menospreciar. Quizá, con algo de suerte, hasta lograría sacarles una propina, jajaja.Por más vergonzante o no que fuera trabajar en un antro de noche, pero las deudas nos asfixiaban; cada día los cobradores golpeaban la puerta más fuerte. Mi padre no paraba de repetir que ya no quería vivir, mi madre lloraba sin descanso y mi hermano ahora trabajaba todo el día de mensajero. ¿Para qué seguir insistiendo en mantener un orgullo inútil y
No supe qué decir, solo pude responder con una mueca, aunque en realidad quería decirle: —¿Estás loco o qué?.A pesar de todo, me di cuenta que él no era aquel hombre humilde que todos despreciaban; ahora tenía poder y dinero. Así que me tragué el impulso de insultarlo y forcé una sonrisa:—Señor Bernard, deje las bromas para otro momento. Tengo que seguir trabajando. Adiós.—¿Por qué Daniel sí puede y yo no? —preguntó de repente, con una frialdad que me dejó paralizada.Me molesté.—¿Qué es lo que Daniel puede hacer que tú no? ¿De qué habla?—Hace un momento —respondió con calma. — Dijiste que, si Daniel ponía un millón, pasarías una noche con él. Yo puedo darte cien mil, pero no aceptas pasar una noche conmigo. ¿Por qué?Blanqueé los ojos.Lo que había dicho antes no era en serio, Daniel es avaro y esa cantidad para él es imposible. Solo lo había dicho para provocarlo, pero Mateo lo había tomado en serio.Dio un paso hacia mí, con un cigarrillo entre los dedos. Sopló un anill
Me puse bastante nerviosa al verlo salir del baño, cubierto únicamente con una toalla atada a la cintura.Su físico era impresionante: hombros anchos, cintura pequeña, todo en perfecto equilibrio. Su piel no era oscura, pero tampoco se veía pálido como un enfermo. Brillaba con una vitalidad que resaltaba su fuerza.Nunca antes había permitido que se mostrara así frente a mí, y aquella vez en la reunión de exalumnos estaba tan borracha que no recordaba nada. Jamás me di cuenta de que tenía un cuerpo tan bien trabajado.Cuando me di cuenta que estaba mirándolo, y casi babeando por él, desvié incómoda la mirada rápidamente.Mateo se acercó, y con él, un rastro de calor envolvió el ambiente. Retrocedí un poco, insegura, y balbuceé:—Tienes… ¿Tienes hambre? Si quieres, yo... yo te preparo algo.Él se rio en voz baja, con un toque de burla.—¿Cocinar? ¿Tú? ¿Sabes siquiera servir un vaso de agua?Me dejó sin respuesta.Para él, yo no era más que una inútil niña rica, y la verdad no est