Mateo habló con amargura:
—Hasta llegué a pensar, iluso de mí, que cuando se resolviera lo de Camila íbamos a poder estar bien juntos por fin, que los cuatro íbamos a ser una familia. Pero al final solo me estaba mintiendo a mí mismo.
Yo lloraba, sin poder articular palabra.
Mateo bajó la mirada; la tristeza se le notaba en la cara.
—Pero aunque todo eso ya pasó, tú sigues sin querer volver conmigo. Ni siquiera quieres verme. Así que, Aurora, a quien de verdad amas es Javier, ¿cierto? Porque, la verdad, no se me ocurre qué otra razón tendrías para seguir con él si no fuera por amor.
Levanté la cabeza; el dolor en el pecho era tan intenso que me costaba respirar. Mateo, ¿cómo decirte que la noche que te estaban operando, cuando estabas entre la vida y la muerte, yo... estuve con Javier? No podía decírtelo. Ni una palabra. "Perdón, Mateo, perdón...".
Mateo no dijo nada más; se quedó mirándome fijamente un buen rato y luego se dio la vuelta despacio. Dejó escapar una risa amarga.
—No es