Capítulo 1531
La empleada terminó de hablar, con una sonrisita burlona que ni siquiera intentó ocultar. Cerré los ojos, desesperada, y grité:

—¡Lárgate!

Ella no se atrevió a quedarse más tiempo y salió rápido. Yo me acosté boca abajo y, otra vez, las lágrimas me salieron sin control. Sabía que no iba a conseguir ninguna respuesta, pero en el fondo todavía guardaba una mínima esperanza. Quería creer que entre Javier y yo no había pasado nada, que todo esto no era más que una farsa montada por él.

Pero el vestido de novia roto, las marcas en mi cuerpo y las palabras de la empleada me gritaban que todo era real. Ante una realidad tan cruel, ¿cómo se suponía que tenía que enfrentarla?

Me tapé con las cobijas y lloré sin consuelo. La desesperación, la impotencia y la culpa por Mateo me apretaban el pecho hasta dejarme sin aire.

Mateo... Sí, él seguía gravemente herido. Fuera como fuera, primero tenía que asegurarme de que estuviera bien.

Me sequé las lágrimas de la cara y tomé la ropa que estaba a los
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