Capítulo 1512
En ese momento, escuché un estruendo desde la entrada del salón, acompañado por esa voz dulce y empalagosa que solo Camila tenía. Carlos abrió los ojos de golpe, con el cuerpo entero temblando, pero no se atrevió a voltear. No se atrevió a ver en qué estado se encontraba Camila. Se quedó tenso, quieto como una estatua, con los puños cerrados.

Casi todos voltearon hacia la entrada. Y allí, Camila fue arrojada al suelo por los hombres de Miles, como si fuera basura.

Todavía traía puesto el vestido de novia, pero estaba rasgado, sucio, destrozado; ni siquiera le cubría del todo el pecho. La falda tenía manchas espesas por todas partes, que resaltaban sobre el blanco del vestido, como riéndose de él.

El efecto de la droga se le debía haber pasado hacía poco, porque aún tenía las mejillas rojas. Parecía agotada, sin fuerzas, con el cabello enmarañado y el cuerpo débil, como a punto de desmayarse. Su piel estaba llena de marcas vergonzosas.

La gente le tuvo piedad:

—Ay, qué asco, seguro eso
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