Al final, todos ellos tendrían que venir a enfrentarse a mí y a Mateo, entonces que vinieran, pensaba yo.
Al menos, seguía creyendo que Mateo y yo terminaríamos juntos.
Cuando volvimos al reservado, Alan ya se había ido.
Carlos y Camila parecían haber bebido demasiado; estaban tirados en el sofá, murmurando “fondo, fondo, fondo” una y otra vez.
En cuanto a Jeison, parecía completamente sobrio; solo lo vi recostado en el sofá, fumando relajado.
Cuando Javier y yo entramos, nos miró y sonrió; su mirada era extraña, difícil de describir.
Tenía un toque coqueto, pero también de desprecio y audacia, con un aire de misterio.
Cuanto más lo miraba, más me parecía que ya lo conocía de antes.
Esa mirada tan compleja no parecía de un desconocido.
Sin embargo, fuera de Michael, no se me ocurría quién más podía ser.
—¿Sigues bebiendo, Javier? —preguntó Jeison sonriendo.
Jeison tenía un aspecto algo encantador, atractivo pero con una belleza casi femenina.
Al sonreír así, bajo la poca luz, parecía u