—Javier, ¿no le interesa jugar?
Javier iba a rechazar de inmediato.
—Perdón, yo…
—Solo piénselo —Jeison sonrió—. Es que el señor Moulin escuchó que su nivel de ajedrez es muy bueno y quiere que juguemos los tres. Yo, como extranjero, no tendría forma de invitarlo solo. No sé si el señor Moulin tendrá suficiente autoridad como para que usted acepte.
Miré a Jeison con duda.
Había tanta gente en la sala, tantos empresarios y figuras de alto nivel; expertos en ajedrez debía haber más de uno.
Que justo invitaran a Javier… era, sin duda, idea de Jeison.
Si él era o no Michael, yo ya no sabía qué creer.
Lo extraño era que Javier parecía seguro de que este hombre no podía ser él.
Yo apenas conocía a Michael comparado con Javier.
Ellos convivieron un tiempo en el extranjero; llegaron a ser muy cercanos.
Si había alguien capaz de reconocer a Michael, ése era Javier.
Si él decía con tanta certeza que Jeison no era Michael, tal vez realmente no lo era.
Pero… la forma en que Jeison miraba a cada un