Capítulo 1394
—Ja, ja, ja… —casi me atraganté de la risa.

—Bruno, mientras tú seas feliz, ¿qué tienes que demostrarme? ¿O es que, en el fondo, no estás tan seguro y necesitas desesperadamente que alguien más te confirme lo que quieres creer?

Como si mis palabras hubieran tocado justo su herida, Bruno se quedó sin aire por un instante.

Después de un largo silencio, dijo:

—Ya voy a salir. Tú solo espera. Y otra cosa: voy a llevar el micrófono bien escondido. No por otra cosa, sino para que veas con tus propios ojos que Camila me ama a mí más que a nadie. ¡Carlos es el pendejo, no yo!

—Perfecto —respondí con una sonrisa—. Espero con ansias verlo.

Había gente tan ridícula que, si no veía la verdad con sus propios ojos, jamás la aceptaba.

Si no fuera porque las pruebas de Camila me servían, sinceramente yo habría preferido que Bruno muriera ese mismo día en manos de ella.

Los pleitos entre cabrones siempre eran un espectáculo que daba gusto ver.

Colgué y volví a mirar hacia el barco con los binoculares.

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