Carlos no habló.
Solo miraba las fotos que yo había tomado, con los ojos completamente rojos.
Lo observé y, con voz baja y triste, dije:
—Perdón… no debería habértelo dicho. Si no te lo decía, quizá ustedes dos seguían como siempre, tan enamorados. Pero me preocupaba que, cuando todo estallara, tú fueras el que más sufriera. Dudé mucho, no sabía si contarte. Después de todo, antes también dije que entre Camila y Bruno pasaba algo extraño, pero ustedes no quisieron creerme. Ay… ojalá esta vez también me hubiera equivocado. En fin… espera a que ella vuelva y pregúntale.
—¿Preguntar? —Carlos murmuró con la voz rota—. Con las pruebas delante de los ojos, dime, ¿hace falta preguntar algo más?
Bajé la mirada y añadí con calma:
—Entonces… ¿piensas romper con ella?
Carlos no respondió.
Su silencio estaba lleno de desesperación.
Suspiré:
—Ahora solo hay dos caminos. O haces como si nada hubiera pasado y sigues con el plan de la boda a fin de mes… o hablas con ella y le terminas.
—¡No puedo term