Él tragó saliva y dijo:
—Es el...
—El certificado de divorcio entre Mateo y yo.
Dicho esto, tomé su mano y coloqué el certificado sobre ella para que pudiera verlo claramente.
Pero antes de que pudiera revisarlo, Camila de repente me lo arrebató de las manos.
—¡Esto es imposible! ¡Esto debe ser falso! ¿Cómo podrías querer divorciarte de ese hombre? ¡Esto es un fraude!
Mientras hablaba comenzó a revisar rápido el certificado de divorcio.
Yo la miré con indiferencia y le dije:
—El certificado tiene el sello del registro civil. Si no me crees puedes ir a que lo autentiquen.
—Aurora...
Javier habló de repente; su cara mostraba mucha culpa, enredada con una avalancha de sentimientos encontrados.
—Yo... te he malinterpretado...
—No pasa nada.
Miré hacia otro lado, pero mis ojos ya estaban rojos.
—Lo sé, siempre has dudado de mí, y a la que de verdad le crees es a tu hermana y a sus teatros.
Javier intentó decir algo más, pero Camila no se quedó callada y dijo, desafiante:
—Aunque el certific