Capítulo 1246
En ese instante, una voz aguda se escuchó de repente y borró por completo el ambiente amigable.

Me molesté y miré hacia la entrada. Camila y Carlos entraban desde el jardín.

Antes de que pudiera reaccionar, una silueta pasó a toda velocidad junto a mí. Era Alan, que se lanzó hacia Camila como si fuera a ajustar cuentas con ella.

Pero Mateo lo detuvo justo a tiempo.

Corrí también hacia ellos.

Alan apretaba los puños con fuerza. Sus ojos ardían de rabia mientras miraba fijamente a Camila.

Mateo lo agarró del brazo y le habló en voz baja, firme:

—Cálmate. ¿Quieres que te encierren otra vez?

—¿Y qué? ¿Vamos a dejar que esa mujer malvada siga libre? —gritó Alan, temblando de ira. Miró a Camila con un odio que parecía capaz de destruirla en mil pedazos.

Mateo lo miró de reojo y respondió con un tono severo:

—Nadie la va a dejar impune. Pero si quieres vengar a Valerie, no puedes hacerlo así, a lo loco. ¿Ya olvidaste lo que pasó la última vez?

Alan apretó los labios. Su cuerpo entero temblaba
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