Capítulo 1195
—Está bien... está bien.

La camarera no se atrevía a levantar la vista.

Menos mal que Waylon le habló con un tono relativamente tranquilo.

Pero esa calma pareció molestar aún más a Camila.

Lo miró como si quisiera quemarla con los ojos.

Seguro pensaba que si Waylon podía tratar con dulzura a una trabajadora, ¿por qué a ella la humillaba con palabras tan groseras?

Llevaba años observándola y cada vez me convencía más de que no amaba de verdad a Mateo.

Quería que todos los hombres la adoraran, que todo girara a su alrededor.

No soportaba ver la alegría ajena.

Si alguien tenía algo, iba y quería quitárselo.

Mientras pensaba en eso, la camarera ya estaba frente a mí.

Con respeto dijo:

—Aurora, dis... disculpe, fue el señor el que me pidió que las registrara.

Cuando lo dijo, señaló tímidamente hacia Waylon.

Se notaba que le tenía miedo.

Y no era para menos.

El hombre era enorme; a pesar de sus rasgos atractivos, su presencia era espeluznante.

No era raro que en Zuheral le dijeran “el demoni
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