El guardaespaldas sonrió con desprecio.
—Eso puedes preguntárselo tú misma, Aurora. Llámalo y vas a saber qué quiere.
Apreté los dientes, furiosa. Waylon era de verdad cruel y despreciable.
Mandó un mastín solo para asustar a mis niños, a Embi y Luki. Evitaba enfrentarse directo con Mateo pero se ensañaba con los que estábamos cerca.
Era claro que quería provocarlo usando a los niños y a mí.
Los miré muy seria desde la entrada mientras ellos seguían con esa sonrisa insolente. El guardaespaldas principal dijo:
—El señor Dupuis comentó que trajo a su mascota favorita para que los niños jugaran con ella. Aunque parece que no te gustó mucho, Aurora. También dijo que si este segundo regalo no te agrada ya está preparando un tercer obsequio para ellos. Así que mantente atenta.
—¡Lárguense! —grité, furiosa.
El hombre se rio un poco, hizo una seña y se fue con sus compañeros y el mastín que se perdió entre las sombras de la noche.
En cuanto se fueron los guardaespaldas de la casa cerraron la p