¿Así que estaba molesto? ¿Molesto porque me preocupé por el esfuerzo que hizo Alan para venir hasta aquí?
Alan ya no podía quedarse ni un minuto más.
Abrió la puerta para irse, pero antes de salir pareció recordar algo.
—Ah, por cierto —dijo, mirándonos a Mateo y a mí—, el rodaje de la película de Valerie está por terminar. A mediados del mes que viene va a ser la ceremonia de clausura. No se pierdan aquí como para olvidarse del mundo. Acuérdense de volver para el evento, ¿sí? Bueno, ¡yo me voy!
Y dicho eso, salió disparado.
La puerta vibró con el golpe cuando la cerró.
Cuando Alan se fue, Mateo se sentó, tomó el plato con calma y dijo con total serenidad:
—Come.
Me reí.
—¿No decías que no tenías hambre?
—Ahora tengo —contestó.
Me llevé la mano a la frente, divertida.
Ya entendí.
En el mundo de Mateo, cualquiera que interrumpa nuestro momento juntos no tiene posibilidad de sobrevivir.
Pobre Alan, hasta él, que presume de ser el más caradura del planeta, terminó huyendo.
Cuando cocinam