Podía escuchar su respiración agitada, esa rabia enorme que traspasaba hasta por el teléfono.Suspiró con tristeza y le dije:
—Mateo, no te pongas así. Sé que fui dura contigo antes, y por eso siempre has querido desquitarte. Pero, ¿no te das cuenta de que tener cerca a alguien que no soportas también te hace daño a ti? Sé que no merezco que me perdones, solo espero que puedas vivir tranquilo y ser feliz con Camila. Yo tengo muchos errores, no hace falta que me castigues, la vida ya se ha encargado. Así que, Mateo, déjame ir, y haz lo mismo contigo.
—¿Que, que te deje ir así no más? —dijo entre risas.
—¿Y quién me deja a mí?
Se rio con ese tono helado:
—Dices que te deje ir, pero eso es lo mismo que decir que tú me estás abandonando, ¿no? Solo es tu manera de salir corriendo con Michael. Aurora, si quieres estar con él, solo dilo. ¿Para qué todo este drama?
Cuando escuché que nombraba a Michael, sentí cómo me invadía la impotencia.
Le contesté, resignada:
—¿Por qué siempre lo metes en e