Nuestro amor desde cero
Nuestro amor desde cero
Por: Morán C.
El camino dificíl

Narra Beatriz:

No vale la pena aferrarse a lo que te hace daño. La vida continua, sólo ama a quien te ama y valora a quien te valora

Llega un momento de la vida, donde uno debe darse cuenta sobre aquello que es bueno o malo, sobre lo que es importante y lo que no, aquello que deja huellas en nuestro corazón y marcas en el alma, llega un punto donde uno solo puede explotar… donde la vida se te pasa delante de ti y solo puedes ver que durante todo ese tiempo nunca tomaste control alguno sobre las cosas que sucedían a tu alrededor…

Solo entonces, cuando uno toca fondo y acepta la situación, decide qué hacer con su vida, que hacer de ahora en adelante…

Para mí, las opciones no eran muchas:

En primer lugar, podría seguir como estaba, seguir dependiendo de mis padres, y simplemente ser una espectadora en mi vida y en la de mi hija.

En segundo lugar, sería una idea por decirlo de alguna manera, mas arriesgada mas aventurera, podría irme de mi casa, tomar a mi bebe y empezar desde cero,

También sabia en el fondo que había otras ideas, podría intentar que el padre de mi hija se relacionara con ella…o simplemente acabar con todas estas sensaciones de una buena vez dejándome morir.

Claro las cosas se me habían ido de las manos y ese cuento de hadas que por tanto tiempo había anhelado, solo era eso un simple sueño de niña, ya no creía en los príncipes azules que atravesarían mares y desiertos, que pelearían hasta con dragones solo para estar conmigo…en mi vida ya había besado demasiados sapos como para querer intentar a que finalmente uno se convierta en mi príncipe.

Quería de una buena vez empezar de cero, reescribir mi historia, mi vida, y poder de una buena vez manejar todo, tomar mis decisiones y simplemente ser yo misma, Isabella Miller, mujer, madre… solo eso Beatriz Miller madre y mujer…

Así comienza mi historia.

—¡Basta! — grite fuerte, su carita se puso triste y en ese preciso momento fue cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y dijo:

—¡Eres mala, no te quiero más! — Salió corriendo a su habitación y solo la escuche llorar, me quede helada, estaba en la cocina y realmente me di cuenta que mi vida se desmoronaba, que esta no era la vida que soñé y mucho menos la vida que deseaba para mi hija.

Gerard, mi padre, vino y me dijo – no puedes tratarla así, es chiquita, solo quiere pasar tiempo contigo— se que él tenía las mejores intenciones, pero yo no daba más, iba a explotar y era mejor que nadie me viera, tomé mi ipod y dije: —por favor cuídala—

—A dónde vas— escuche a lo lejos, pero yo ya había salido por la puerta y empezaba a correr.

Necesitaba pensar tranquila, la verdad la situación me superaba, mi vida me superaba, las cosas no podían ir peor eso era seguro.

Realmente las cosas en mi vida estaban mal, tenía 25 años y aún vivía con mis padres, la casa era chica pese a que éramos solo cuatro personas, sentía que mi vida había quedado paralizada desde aquel día que debía haber sido uno de los más hermosos de mi vida, el día que por primera vez vi a mi bebé, a mi Mía, creo que ese fue el último momento de total felicidad, el sentirme completa, sentir que mi bebé estaba bien, vivo dentro de mí, ver como se movía mi pequeñita dentro mío, escuchar su corazoncito y todo tomada de la mano de quien pensé que era el hombre de mi vida, las cosas no podían ser mejores sentía que eso era todo lo que quería para mí: formar una Beatriz familia, y pensar que todo sería distinto de que por ninguna razón volvería a sentirme sola, que de ahora en adelante seriamos tres para todo…

Pero no duro nada el cuento de hadas… hubiese preferido vivir soñando antes de que me chocara tan fuerte con la realidad. Darme cuenta de que ese hombre que pensé que estaría a mi lado siempre, no lo estuvo, solo se fue, solo desapareció y ahí estaba yo sola y abandonada y con un bebé en camino.

Los días pasaron y solo lloraba, no quería comer, no quería nada solo sentía que moría de a poco solo sentía mi corazón como se congelaba como con cada minuto que pasaba era una piedra. Solo sentía mucha angustia, como si todo a mi alrededor hubiese desaparecido, solo sentía un hueco en mi pecho que crecía y crecía…

Entre tanta tristeza sentí por primera vez la patadita de mi bebé y todo cambió, ya no podía seguí así, tenía una razón por la cual vivir, y así transcurrió desde entonces mi vida, yo viviendo solo para hacer feliz a mi hija y tratarnos de engañarme de que era una mujer feliz, intentado aparentar ante todos – y esto me incluía. Que yo no deseaba nada más que estar junto a mi hija, que esa era mi familia, pero, aunque nunca lo acepté necesitaba un cambio en mi vida. Necesitaba escuchar a la Beatriz que tenía dentro de mí gritando que la dejara aparecer, necesitaba dejar de ser la niñita de mamá y papá y convertirme en mujer y en la madre que quería para mi hija, pero era tan difícil.

Sentía que iba a explotar, me faltaba el aire, luego de dos horas de haber estado corriendo, mis piernas temblaban, solo me senté en el piso tome con mis brazos mis rodillas y me largue a llorar, quería sacarme toda la bronca, la angustia, la frustración y hasta la desesperación que sentía, no comprendía por qué la cosas debían ser así, porque mi vida debía ser tan complicada, las cosas iba a cambiar, algo debía hacer y esta vez el cambio debía empezar por mí, aunque eso significara dejar todo atrás y empezar desde cero.

No sabía muy bien qué hacer, pero por suerte estaba tan cansada, y el haber hecho ejercicio, llorar y escuchar música que habían podido tranquilizarme, fue entonces que me di cuenta que estaba oscureciendo que debía regresar a casa, de enfrentar la realidad, enfrentar a mis padres que de seguro me reprocharían el haber reaccionado de esa manera y sobre todo reencontrarme con mi hija que por más que últimamente lograba acabar con mi paciencia era lo que más amaba en este mundo.

Por primera vez me di cuenta que necesitaba dejar salir a la Beatriz que realmente era, aunque eso significara dejar de ser la niña adorable y sumisa que aparentaba. Necesitaba empezar de cero.

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