Ni una

Dominic

—Amanda, deja de jugar. ¿Estas enferma o no? —no puedo entender lo que dice, creo que ahora si la desespero, pues se da media vuelta y camina al baño.

—No, no estoy enferma y dejame en paz.

Cierra la puerta tan fuerte que la señora corre a donde estamos, su cara de preocupación se convierte en una sonrisa.

—Así me puse yo, cuando tuve a primer hijo. Ya para el segundo todo es más tranquilo.

Me da unas palmaditas en el hombro y regresa por el pasillo. Ni tiempo me dejó para aclararle qué Mandy, no está... Em ba ra za da.

Siento que la sangre abandona mi cuerpo, las piernas me tiemblan y la boca se me ha secado.

Trago en seco y en este momento es que soy consciente de lo imbécil que soy, con razón esta tan enojada.

Dominic, en verdad sufres de retraso de comprensión,me auto regaño por lo torpe que soy, cubro mi rostro con las manos en señal de frustración.

Trato de pensar, pero a mi mente le dio por quedarse en blanco, un bebé, mio, de Mandy, nuestro.

Grito de
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