¿Qué tiene de especial que pasen tres meses?
Si ni siquiera puede controlar sus propios sentimientos a esa edad, entonces era una verdadera inútil.
—Si tienes tanta confianza, esperemos a ver —dijo Raina, con seriedad. Aunque el sol ya había salido, ella seguía sintiendo frío.
Si miraba a Iván, solo traía una camisa negra, con el cuello abierto, como si nada le afectara. Parecía que ni el aire frío lo tocaba.
—¿Y si te enamoras de mí? —preguntó Iván, con una voz tranquila.
El sol iluminaba su cara, dándole un resplandor dorado. Sus pestañas eran tan largas que parecía que la luz del sol se quedaba atrapada en las puntas. Su actitud relajada transmitía confianza, como si ya tuviera todo controlado.
—No hay un "si" —respondió Raina, mientras daba la vuelta y se alejaba.
—Raina —dijo Iván en ese momento, y ella se estremeció al oír su voz. Al alzar la mirada, vio que su abuela estaba ahí.
Su abuela ya se había levantado y tenía su cabello canoso bien peinado, mientras sonreía y los miraba