Esa noche, durante la cena con Andrés, la familia se portó curiosa y cauta, pero él mantuvo el control de los chicos y se mostró muy agradado con todos. Cuando Bárbara le presentó a Arturo, lo miró con curiosidad.
— Arturo Montesinos, ¿El magnate hotelero? ¿El mismo de la prensa y revistas de negocio?— preguntó un poco incrédulo.
— Arturo Montesinos, el prometido de Bárbara, me gusta más.
— Me alegra mucho.
— Vamos a casarnos muy pronto, y por supuesto estás invitado.
— Me siento honrado de que me incluyan en sus invitados. Al comenzar esta semana, era un hombre solitario que sólo se dedicaba a su trabajo y ahora pasé a ser alguien con una hija y un yerno, e indirectamente, toda una familia. No podría ser más feliz por esto.
Ambos hombres compartían el mismo sentimiento y sintieron una agradable conexión.
Los chicos hacían preguntas sin filtro a Andrés y aquel contestó todas y cada una manteniendo la calma y con una sonrisa.
Esa noche, al despedirse, Andrés tenía otro semblante. Se le