—Jefe.Aitana tocó la puerta de la oficina de Sergio y luego cuidadosa entró.Sergio estaba recostado en el sofá, con sus largas piernas cruzadas. Tenía una mano detrás de la cabeza y la otra sostenía despreocupado un cigarrillo. Parecía estar dormido.Aitana dejó la lonchera en la mesa, y luego su mirada se posó en el atractivo rostro del hombre.El joven tenía una cara increíblemente delicada con rasgos bien marcados. Con los ojos cerrados, parecía un noble elegante. Ella no pudo evitar admirarlo por un rato…De repente, este abrió los ojos y la miró… Avergonzada, desvió enseguida la mirada y le entregó la lonchera.—Jefe, aquí tienes la comida —le dijo, con la mejilla levemente sonrojada.Sergio notó todo ese cambio de su expresión, y se levantó sin prisa alguna.—Tardaste tanto tiempo. Pensé que te habías cambiado de bando de nuevo para regresar al lado de tu imbécil exjefe. —Nunca lo haré —Aitana se justificó.Pero, al recordar que acababa de hablar con Enzo bajo el edificio, se
Todo el cuerpo de Aitana ya estaba tan rojo como un tomate. Asustada e inquieta, agarró con fuerza la manga de la camisa de Sergio.Sergio la calmó con unas palmaditas suaves en la cabeza:—Tranquila, estarás bien. Voy a hacer una llamada.Sacó su celular y marcó un número. Pronto, alguien contestó la llamada y se escuchó la voz sorprendida de Candela Morales:—¿Sergio?—¿Estás libre ahora? —le preguntó Sergio algo precipitado.—Pues, sí… —Necesito tu ayuda —la interrumpió de inmediato Sergio y le explicó brevemente que Aitana había sido drogada. Luego le contó la dirección y le pidió que llegara lo más rápido posible.Al colgar la llamada, subió al auto a toda prisa, sin esperar la impactante escena que iba a ver: dentro del auto, la joven había desabrochado varias botones de su blusa y su mano jalaba el cuello de la prenda sin darse cuenta. Se podía ver claramente su cuello esbelto, así como la tira de su brasier…Cuando volvió en sí, Sergio se sentó a su lado y cerró la puerta. Con
Aparentemente, Candela no confió en las palabras de Sergio. Sergio le dirigió una feroz mirada de amenaza:—Sabes, la curiosidad mató al gato.Candela se calló y le hizo una fea mueca. No había muchos rumores románticos sobre Sergio. Era normal que ella estuviera interesada en saberlo todo.En ese preciso momento, se abrió la puerta del baño. Envuelta en una bata blanca, Aitana salió despacio y su figura atrajo la atención de Candela de inmediato.Su cabello castaño estaba recogido, dejando al descubierto su rostro impecable: sus carnosos labios eran de un rojo intenso, y su piel era tan fina como la porcelana, pero ahora estaba ligeramente sonrojada. Era una hermosura deslumbrante… Candela se tomó unos cuantos segundos para admirar el buen gusto de Sergio.Sergio solo la miró brevemente y luego desvió la mirada. Le presentó a Candela:—Ella es Candela Morales. Es doctora y sabe muy bien cómo resolver el problema. Deja que te revise.—Encantada, señorita Morales —la saludó Aitana.—Ll
El auto avanzó a toda velocidad en la oscuridad para regresar al hotel. Afuera del edificio, un grupo de personas ya estaba esperándolo. El líder de ellos tenía el cabello rapado y un tatuaje en el cuello. Al ver a Sergio, lo saludó con respeto:—Señor Morales.Sergio solo le hizo un gesto con la cabeza y entró directamente al hotel, seguido por esas personas.Dentro del hotel, ya no había rastro alguno de otros huéspedes. Solo el gerente del hotel aún estaba cerca de la entrada. Le informó nervioso a Sergio: —Señor Morales, he evacuado a todos los huéspedes como lo ordenó, pero…—Pagaré todas las pérdidas. Mi gente se pondrá en contacto contigo más tarde —dijo Sergio.Dicho esto, le echó un vistazo al gerente. Esa simple mirada ya era suficiente para hacer que el gerente sintiera la aterradora presión. Se apresuró a responderle:—Señor, no se preocupe. No filtraré ni una palabra sobre lo que pasará esta noche.Sergio retiró la mirada. Tomó el ascensor y regresó al mismo piso donde ha
Indecisa, dio la vuelta y vio a una persona muy familiar, medio dormida.—Aitana, despertaste…Aitana se sorprendió demasiado y dijo:—¿Por qué estás en mi cama?—¿O quién creías que sería? —habló Catarina con total naturalidad, y de repente sonrió de manera precavida—: ¿Creías que era Sergio?—… No.—Si no, ¿por qué te pones nerviosa? ¡Lo sabía! Me dijiste que Sergio no te interesaba, ¡pero sí te interesa demasiado su cuerpo! Ah... picarona —Catarina bromeó con ella, riendo a carcajadas mientras la abrazaba—: ¡Qué bueno! ¡Al fin mi amiga también se interesa por los hombres! ¡Mañana mismo iré a Tailandia y te traeré un apuesto modelito para que te consienta como te lo mereces!Aitana se soltó de su abrazo y se levantó de la cama:—Dios… Te estás volviendo cada vez más pervertida… Basta ya, tengo que ir a trabajar ahora mismo.—Hoy no tienes que ir a la oficina. Cuando Sergio me avisó ayer de lo ocurrido, me dijo que te daría un día libre para que descanses un poco. Qué jefe tan conside
—Sé que eres una asistenta capaz, pero yo no quiero que mi mejor empleada trabaje cuando esté enferma y luego termine por ahí agotada. Entonces, no tengas prisas —habló Sergio.—De acuerdo. Entonces, nos vemos mañana, jefe.—Hasta mañana.Después de la llamada, Aitana quedó por un momento pensativa. Había estado ocupada todos los días durante estos últimos años, pero Enzo nunca se preocupó por ella, y ella tampoco se daba oportunidades para descansar. Ahora, en la empresa de Sergio, recibió la atención de un jefe normal… Eso la hizo pensar que renunciar había sido en realidad la mejor decisión.Como todavía era temprano, Aitana no tenía prisa por regresar a casa. Le mandó un mensaje a Candela:[Candela, ¿qué le gusta comer a tu primo?]Para su sorpresa, la respuesta fue instantánea:[Postres.]Tomó un taxi y se fue a un centro comercial cerca del lugar, donde había una excelente pastelería que había frecuentado en el pasado.Antes de ser la asistenta personal de Enzo, Aitana tenía un s
Cuando terminó de hablar, Rocío esperó alguna reacción agresiva de Aitana, pero se dio cuenta de que ella ni siquiera se alteró ni por un solo instante.—¿Has terminado de hablar? —Aitana le preguntó con un tono de voz tranquila.Ya no quería perder más tiempo con ella, así que se volteó hacia el gerente y le dijo:—Por favor, dame otro pastel, gracias.El gerente observó atento a las dos mujeres, y luego le entregó otro pastel a Aitana.Rocío, molesta, habló de nuevo en un tono burlón:—No tienes por qué comprar uno nuevo. Si quieres, te lo devuelvo.Después de decir estas palabras, extendió la bolsa hacia Aitana y, frente a ella, la soltó. El pastel cayó al suelo y se hizo mil pedazos. Rocío se tapó la boca con una expresión inquieta y pronunció:—¡Ay! ¡Qué pena! El pastel se rompió. Pero no te preocupes por eso, pronto seré la dueña de esta pastelería y te enviaré varios como compensación, ¿qué te parece? Ah…Aitana, sorprendida, le preguntó:—¿Vas a comprar esta pastelería?—Sí —di
A Aitana le encantaba hacer pasteles. Además, cada semana iba a una pastelería llamada "Cortinas" para comprarle un pastelito. Al recordarlo, echó un rápido vistazo al pastelito en su escritorio y se sorprendió al ver que era de la misma pastelería…—¿Tú lo compraste? —le preguntó de inmediato.—Sí, creía que te gustaba…—No. No lo vuelvas a comprar.Sentado en el sillón, Enzo se sentía enojado y, al mismo tiempo, se fijó en la gorra que llevaba Rocío.—¿Por qué usas esa gorra? —le preguntó algo curioso.—Ah… Nada… —dudo por un momento Rocío, llevándose la mano a la gorra—: Pues, si estás ocupado, entonces mejor me voy.—Ven aquí —le ordenó Enzo.Indecisa, Rocío se le acercó. Él se levantó y le quitó la gorra. Su expresión se tornó sombría al ver la crema en su cabello.—¿Qué ocurrió?Mordiéndose nerviosa los labios, los ojos de la joven se llenaron de lágrimas al instante.—Hoy… me encontré con Aitana…—¿Fue obra de Aitana? ¿Verdad? Ella es una persona muy calmada. ¿Por qué te haría a