Capítulo 7

Sabía que Alissa no deseaba ir a la fiesta. Por supuesto que notaba su nerviosismo e incomodidad. Estuve tentada a decirle que podía quedarse, pero me detuve antes de las palabras salieran de mi boca.

Manejé por las calles de la ciudad, rozando el límite de velocidad. Eso siempre me despejaba la mente y era justo lo que necesitaba para llegar con los ánimos renovados a la discoteca.

Saludé y le presenté a Mike a mi hermana, fingiendo estar de un humor que realmente no sentía. Debía mostrarme como usualmente, una chica alegre y alborotada, una joven llena de vitalidad y entusiasmo. Aunque por dentro volvía a ser la misma chica pesimista que ni siquiera podía luchar por su futuro.

Mi mejilla seguía ardiendo, pero gracias a la magia del maquillaje, no debía preocuparme por que alguien lo notara. Tuve que tapar las pequeñas marcas de las uñas de mi madre en mi cuello con el cabello, aunque sabía que el movimiento podría dejarlas en evidencia, por lo que también las disimulé con maquillaje.

Divisé a mis amigas a los lejos, quienes me respondieron con un saludo. Eran unas seis chicas, a veces, nos llamaban "El círculo". Una tontería de la universidad para demostrar que éramos de otra clase social. Cada una provenía de familias importantes, el dinero mueve al mundo y a ellas les encantaba demostrarlo.

La única que me caía bien, era Clara. También provenía de una buena familia, pero era la más humilde y agradable del grupo. Solo por ella había aceptado la invitación en primer lugar.

Alissa se negó a acompañarme hasta allí y la entendí. Mis amigas no eran realmente amigas, eran sólo unas snobs que siempre se criticaban la una a la otra. La única razón que nos reuníamos, era porque teníamos el mismo estatus social.

El circulo, ese grupo de mujeres poderosas, era bastante conocido por estos lugares. No me incomodaba ser parte de él, aunque era un poco incómodo que los demás no me trataran con normalidad, solo por ser una de sus integrantes.

—Hola —saludé con amabilidad, sentándome en el primer espacio libre que vi.

Algunas me devolvieron el saludo, otras ni se molestaron en mirarme una segunda vez. Así era, solo éramos amigas en apariencia. Claro que a veces nos divertíamos, en algunas ocasiones dejábamos todos nuestros prejuicios y solo pasábamos un buen rato.

Después de unos largos y aburridos minutos, salí a bailar con Clara, quien parecía estar pasándoselo de maravillas. Ella era una chica adorable, una de mis pocas amigas verdaderas. Jamás me había dejado de lado y siempre era amable con todos. Era la única que del circulo que actuaba con humildad y naturalidad.

Clara era divertida, pero yo no solía pasar tanto tiempo con ella como me gustaría. Bailamos por un rato, riéndonos de nuestros pasos improvisados, cuando sucedió.

Sentí unas fuertes manos atrapar mi cintura, acercándome a un cuerpo duro y cálido. Clara solo me sonrió, un poco incómoda antes de desaparecer de mi vista. Me revolví para girarme, pero su agarre era firme y no me permitió verlo.

Intentó bailar conmigo, pero yo no me encontraba dispuesta a quedarme con la duda de quien era, así que le di un tremendo pisotón con la punta de mi tacón. Escuché su gruñido de dolor, su cálido aliento chocó con mi oreja, poniéndome los nervios de punta.

Me giré y me sorprendí al notar que era Joseph, quien en ese momento me veía con furia y deseo. Era un hombre atractivo, de hombros anchos, buenos músculos, ojos marrones y oscurecidos por el deseo, labios finos pero tentadores, cejas pobladas y aspecto un poco tosco. Su cabello caía por su frente, oscuro, tapando sus ojos.

Normalmente temblaba solo con el hecho de verlo, de tenerlo cerca de mí. Normalmente moría por echarme en sus brazos, sintiéndolos como mi hogar.

Hoy no.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté de mala gana.

—Estaba bailando contigo, justo antes de que te volvieras loca y me atacaras.

—Si me hubieras dicho quién eras, posiblemente igual te hubiera atacado —sonreí con inocencia, sabiendo que ese gesto lo enloquecería.

Su carácter era así, explosivo. Jamás me había puesto una mano encima, pero lo había intentado un par de veces, deteniéndose en el momento justo. A veces me sujetaba muy fuerte y dejaba algunos morados en mi piel. Otra razón más para abandonarlo, como si me faltaran.

Me retiré del lugar, en dirección a la barra para decirle a Alissa que mejor nos íbamos, ya no quería seguir allí ni un minuto más, cuando vi quien la acompañaba.

Max Jones.

El antiguo novio de mi hermana se encontraba muy cómodamente instalado a su lado, conversando con ella.

No lo había visto desde hace un par de años, pero siempre nos comunicábamos, al menos una vez al mes. Me sorprendía verlo en la ciudad, siendo que había prometido no volver cuando se marchó. Estaba incluso más guapo que antes. El cuerpo de adolescente había cambiado y convertido en todo un hombre, musculoso, atractivo.

Mi hermana era toda una mujer con suerte.

No quise interrumpirla, no si estaba con él. Se merecían un tiempo juntos, después de todo, habían pasado cinco años separados. Sabía muy bien que él jamás la dejaría sola, que la cuidaría cada segundo. Así siempre había sido. Además, era lo mejor que podía pasar en ese momento. Max arruinaría los planes de mi madre.

Estaba segura de ello, pues Max siempre había logrado salir vencedor contra Charlotte.

Caminé hacia la salida, un poco más tranquila. Me iría un rato por allí y luego vendría a buscar a mi hermana.

Joseph me dio alcance. Me tomó de la mano y me llevó fuera de la discoteca. Me dejé hacer, pues no quería que se volviera violento en un sitio tan público, tan a la vista de las chismosas cámaras. Ser una modelo reconocida era bueno, pero no tanto cuando quería privacidad.

—¿Qué ocurre contigo? —preguntó con enfado, tanto que me hizo sentir pequeña y vulnerable—. Te he estado buscando por todos lados y cuando te consigo me agredes. ¿Qué está mal contigo, Hannah?

—¡Tú! —grité con furia, sintiéndome valiente por solo un instante—. Sé que no somos nada, que apenas y tenemos una relación abierta, pero no es para que te pavonees con todas tus conquistas en mis narices.

—No me alces la voz —dijo con una clara señal de advertencia.

—Eres un descarado —escupí—. No quiero volver a verte ni saber de ti. Ya no quiero esta relación que solo me hace daño.

—Vendrás arrastrándote a mí, como siempre.

—No esta vez —prometí, aunque la verdad es que no estaba tan segura.

—Lo harás, Hannah. Y espero que yo esté de buen humor para recibirte.

Lo vi irse con las lágrimas quemando en mis ojos, intentando no correr tras él y detenerlo. No podía seguir en esa situación, no cuando todo esto me hacía tanto daño.

Era tiempo de que creciera por mi cuenta. De ser independiente y alejarme de todo aquello que me hiciera daño.

No podía seguir así ni un minuto más.

Llamé a Dean, pues no quería volver adentro y que todos vieran el desastre sentimental en el que me había convertido. Al menos los gemelos siempre estarían ahí para recoger los pedazos de mi roto corazón.

—Hola —sollocé al teléfono apenas contestó.

—¿Hannah? —esa no era la voz de Dean, ni de cerca.

Miré la pantalla de mi teléfono, sorprendiéndome al encontrar el número del doctor Adam Scott. ¿Cómo es que había terminado llamando al doctor? Oh, esto estaba mal. Estaba mal en muchas maneras. Intentando huirle a uno, terminé llamando al otro.

—Oh, lo lamento me equivoqué de número.

La última vez que había hablado con él, no terminamos en muy buenos términos. Nuestra discusión había sido intensa y bastante peculiar, no esperaba volver a saber de él.

Intenté colgar con mis dedos temblorosos, pero su suave voz me detuvo.

—¡Espera! ¿Estás llorando? ¿Todo está bien? —cuestionó con verdadera preocupación.

—Todo está bien, no tienes que preocuparte. De seguro te desperté, lo siento.

—No te disculpes, princesa. ¿Por qué lloras?

—Es una larga y tonta historia...

—Tengo toda la noche para escucharte.

Sus palabras me hicieron sollozar con fuerza. Tenía buenos amigos que se preocupaban por mí, por escucharme. Pero a veces sentía que sólo los molestaba con mis problemas.

Adam hablaba conmigo como si no existiera otra cosa mejor que hacer, más que escucharme. Era paciente y amable, sabía escuchar y no como si fuera una obligación, sino porque realmente le gustaba.

Él me hacía sentir bien, era innegable.

—Digamos que acabo de romper una especie de relación.

—Oh —hizo una pequeña pausa, quizás analizando lo que le había dicho —¿Ha sido por mi causa?

—No —me apresuré a negar con desesperación—. No ha sido por eso.

—Eso me da cierto alivio. ¿Por qué han roto?

—A él nunca le importé, no como tal —le expliqué por encima—. Siempre ha tenido otras mujeres y le gusta dejármelo en claro.

—Que idiota —murmuró con enfado.

—Sí, un completo idiota —le di la razón, mientras abría la puerta de mi auto. Hacía mucho frío y no quería seguirme exponiendo en la calle.

—Entonces has hecho bien en dejarlo.

Conversamos unos quince minutos más, hablando de su trabajo y de lo mucho que amaba sus días libres. Adam se esforzaba tanto en su empleo, que terminaba agotado y sin poder moverse. Al menos hacía algo que amaba, que lo apasionaba. Hablamos de mi carrera, de mis sueños y de lo idiota que era Joseph conmigo.

Hablamos y no queríamos dejar de hablar.

Cuando nos despedimos, conduje hasta la casa de los gemelos. Sabía que me recibirían, no era la primera vez que les hacía una visita sorpresa. Siempre hacía lo mismo, peleaba con Joseph y luego los gemelos debían lidiar con el desastre emocional que quedaba de mí. Era lo usual.

Fue luego de un par de horas que me di cuenta.

Había dejado a mi hermana sola, mientras yo me encontraba comiendo helado y viendo películas con Sean y Dean. Por supuesto que me regresé. Sabía que Alissa estaría preguntándose dónde me encontraba. Incluso entendería que se enfadara conmigo.

Sin embargo, no la conseguí. Mike, el portero, me aseguró que se había ido con Max Jones, luego de tener una discusión. Me encogí de hombros, sin saber qué hacer. Luego le pediría disculpas.

Sean, quien me había acompañado, aseguró que estaría bien. Ellos sabían toda la historia del romance entre Max y Alissa.

 Él cuidaría de ella.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP