Los días fueron pasando como un borrón para mí.
Luego de enterarme de que me había acostado con el novio de mi hermana, entré en una pequeña crisis. Me había pasado los días bebiendo, llorando por las esquinas. Aunque tampoco había actuado tan radicalmente. De hecho, apenas y había salido del hotel, sin intenciones de involucrarme por segunda vez en algo así.
Frente a mi familia actuaba con normalidad, pero por dentro estaba sintiéndome muy mal. Demasiada culpabilidad encima. Y tampoco es que pudiera desahogarme con alguien o simplemente confesar. No tenía a nadie que pudiera decirle sin que me juzgara.
Me sentía sola, desamparada en una ciudad desconocida. Si estuviera en casa, podría llamar a los gemelos Sean y Dean, mis mejores amigos. Ellos vendrían a mí sin siquiera dudarlo.
Alissa seguía sin reaccionar.
Me encontraba en el hospital, no podía seguir huyendo para siempre o mis padres sospecharían que algo pasaba. Aunque me negué a entrar en su habitación, no podía ser tan hipócrita. No me sentía bien estando aquí, donde sabía que podía encontrarlo.
Solté un sonoro suspiro y me senté en la sala de espera. Ethan se encontraba adentro, con ella. Nunca había visto a mi hermano mayor tan preocupado. El gran y serio Ethan moría de la angustia y en cierta forma, sentí algo de envidia. Él nunca se había preocupado así por mí.
Eso tampoco era del todo cierto, puesto que yo jamás había estado luchando por mi vida de esa forma, pero igual la espinita seguía dentro de mí.
Visualicé a Adam en la esquina de la recepción, sus ojeras y su gesto cansado se notaban desde donde estaba. Llevaba una bata del hospital y lo que parecía ser café en la mano. Estaba leyendo unos papeles en la pequeña recepción con mucho ahínco, concentrado en su trabajo.
Necesitaba hablar con él. No era realmente lo que quería, pero necesitaba algunas respuestas que sólo él podía darme, aunque verlo era el cruel recordatorio de la mala persona en la que me había convertido.
Me acerqué lentamente hacia donde se encontraba, él aún no me había notado, pero no tardó demasiado en hacerlo. Parecía querer huir, supuse que algo en mi rostro le dijo que no era una buena idea. Suspiró, resignado, esperando a que terminara de acercarme.
—Tenemos que hablar, Adam —pronuncié con calma, intentando mantenerlo en su sitio.
—No hay nada de qué hablar.
Intentó irse, pero le tomé del brazo con firmeza. Había demasiadas cosas de que hablar, no podía dejarlo escapar. Entendía su renuencia a hablar conmigo, no es como si yo muriera de ganas por hacerle frente a la cruel realidad, pero era necesario.
—Sabes que eso no es cierto. ¿Podemos ir a otro lugar?
Adam asintió de mala gana. Me guío hasta el quinto piso, su semblante cada vez más tosco. Una oficina con su nombre en la puerta me recibió, justo antes de que él me diera un ligero empujoncito para hacerme entrar.
El silencio nos inundó apenas llegamos. Me senté en el sofá sin pedir permiso, no estaba de humor para formalidades.
—Bien, estamos aquí. Habla —demandó.
Lo intenté, pero no pude articular las palabras. Había algo en su ser que me afectaba, que me hacía dudar por primera vez de mí misma.
Su rostro lucía tan indiferente a mi presencia, mientras que yo me encontraba hecha una temblorosa gelatina. Mi cuerpo reaccionaba a él, podía decirse que me atraía. ¿Por qué actuaba con tanta frialdad conmigo? ¿No era la primera vez que engañaba a Alissa?
Porque antes de saber quién era yo, él me había tratado con tanta amabilidad... Entonces lo que le molestaba es que yo era la hermana de su novia, su cuñada.
No permitiría que mi hermana anduviera con semejante basura a su lado.
—Mira, Hannah —empezó a decir él, con calma—. No sé qué clase de ideas te has hecho, pero tú y yo no somos nada. Ni seremos nada. Sí, me acosté contigo en una borrachera, pero no me siento atraído por ti.
—Espera un momento —lo detuve. No podía creer lo que estaba escuchando—. ¿Crees que mágicamente me enamoré de ti?
Él tuvo el descaro de mostrarse confundido. Quizás realmente lo estuviera, pero mi enfado era mayor a cualquier confusión. ¿Quién se creía? ¿Me estaba rechazando, así sin más? ¡Ni que me estuviera confesando ante él!
Estúpido doctor.
—¿No es de eso de lo que querías hablar?
—¡Por supuesto que no! Sin duda alguna. Sólo quiero saber si vas a contarle a mi hermana sobre esto. No quería inmiscuirme en su relación.
—No tengo una relación con tu hermana, Hannah —declaró, para mi total sorpresa—. Estoy enamorado de ella, pero no estamos juntos.
Suspiré, llena de alivio.
Toda mi preocupación había sido por nada, ellos no eran una pareja y yo podía dejar de sentirme como la mayor zorra del mundo. El peso en mis hombros disminuyó como por arte de magia. Si ellos no estaban juntos, entonces no había traicionado indirectamente a mi hermana.
Él solo estaba enamorado de ella... Era grave, pero no tanto como había creído en un principio.
—Oh.
Lo miré fijamente a su rostro, podía ver el dolor que le provocaron sus propias palabras. ¿Realmente estaba enamorado de ella? ¿Entonces por qué se acostaba con otras personas?
No lo entendía.
—Sí, oh. No tienes que preocuparte, no planeo decirle eso a tu hermana si así no lo deseas.
—Por favor. No quiero que piense mal de mí, ella y yo no estamos en las mejores condiciones en estos momentos —confesé.
—Perdón por haber malinterpretado la situación.
Le resté importancia con un gesto de mi mano. No me importaba en absoluto si él pensaba que bastaba una noche para enamorarme. Las personas siempre creían que solo porque yo era una chica rubia y quizás un poco mimada, entonces era una tonta enamoradiza que acabaría rendida a los pies del primer tipo que se me acercara.
El típico cliché de la chica rubia tonta y enamoradiza. Nada más alejado de la realidad. Era una de las mejores de mi promoción, modelo y empresaria.
No era en absoluto una mujer tonta.
—Sé que me ves como una niña, pero no soy una ilusa —exclamé, levantándome del sofá y caminando a la puerta.
No le dirigí una segunda mirada, no podía. Me sentía tan avergonzada.
Una llamada resonó en el medio de la noche. Me encontraba durmiendo plácidamente cuando mi celular comenzó a zumbar y vibrar como si estuviera endemoniado. Me quejé en voz alta, pero igual lo tomé de la mesita al lado de la cama.
—¿Hola? —contesté con voz ronca, apenas coordinando mis movimientos.
—Despertó —fue lo único que dijeron.
Miré el teléfono por unos segundos, confundida. ¿Quién me había despertado y por qué era tan importante como para despertarme a mí? No entendía nada.
—¿Adam? —la respuesta vino a mi mente como un flash.
—Ella despertó Hannah, pero no nos recuerda —sollozó al teléfono.
—¿Alissa? ¿Cómo que no recuerda? ¿A qué te refieres?
Fue como si me hubiesen despertado con un helado balde de agua. Sentí verdadera preocupación por mí hermana. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mientras sentía como si la sangre se congelara en mis venas.
—Tiene amnesia, no recuerda ni su propio nombre.
La voz de Adam se entrecortó, parecía más afectado por ello de lo que demostraba. Al parecer, Alissa si podía generar una reacción en él, pero no era el tipo de reacciones que yo esperaba. Él estaba llorando.
—¿Qué tan grave es? —susurré luego de unos segundos.
—Bastante grave. Podría no recordar nunca, Hannah.
—¿Cómo conseguiste mi número? —la pregunta se escapó de mis labios.
Hubo un largo e incómodo silencio luego de ello. Como si él estuviera buscando una respuesta aceptable para darme.
—Tu familia dejó todos sus números de contactos cuando vinieron la primera vez. Tomé tu número de allí.
—Entiendo... ¿Cómo se encuentra ella?
—Confundida. Su cuerpo reacciona bastante bien a los estímulos. Tendrá que hacer algunos ejercicios diarios, para volver a estar en forma. Estuve toda la tarde haciéndole exámenes. Perdón por no haberles avisado, quería darle un momento para poder acostumbrarse a todo esto.
—Está bien, comprendo —dejé la frase en el aire, hasta que pude aclararme la garganta—. ¿Tú estás bien?
Escuché su respiración volverse pesada, podía notar sus cambios con mayor claridad que cualquier otra persona que conociera. Era como si fuera un libro abierto para mí. No entendía cómo es que había sucedido, si tan solo habíamos interactuado un par de veces.
—No —dijo con la voz rota—. No tienes idea de lo horrible que fue entrar a esa habitación y que ella me viera como a un extraño. No me conocía, ni siquiera un poco. Soy su mejor amigo, he estado desde hace cuatro años junto a ella.
—Está bien, Adam. Ella a va a recordarte, estoy segura.
—Puede que recuerde algunas cosas, pero no estoy seguro de si podrá recuperar su memoria al cien por ciento —dijo con enojo, hacia sí mismo, hacia la situación.
Intenté calmarlo durante unos minutos, sin embargo, fue inútil. Hablamos durante toda la madrugada, él me decía sobre las cosas que vivió con mi hermana, que estuvo presente en cada momento posible. Que la acompañó en su primera muestra en una galería de arte y que por eso su departamento estaba lleno de pinturas, todas fueron un regalo de Alissa. Le regalaba siempre las pinturas que más le gustaban, pues ella era así de considerada.
Yo le hablé sobre las aventuras de Al y yo cuando éramos niñas, sobre como ella siempre me defendía y su habitual rebeldía.
Hablamos de tantas cosas, hasta que el cansancio pudo con él. Nos despedimos de mucho mejor humor, la conversación nos había hecho bien a ambos.
Sentí emoción al pensar en verlo al día siguiente y eso me asustó, me atemorizaba sentir que podía llegar a gustarme.
Él tenía algo, algo que me hacía sentir bien, me hacía sentir mujer.
Pero estaba prohibido.
La vi entrar en su habitación, donde todos la esperábamos. Parecía impactada y nerviosa, no era en absoluto la Alissa que yo conocía, sin embargo, al verla, no pude evitar lanzarme en sus brazos como una chiquilla y largarme a llorar.
Le di una explicación rápida sobre quien era yo, quería que ella me viera con el amor de antaño reflejado en su mirada, quería que me sonriera con el cariño marcado, quería que me protegiera de cualquiera que intentara hacerme daño. Quería a mi hermana mayor de vuelta.
Pero sólo recibí una sonrisa incómoda, junto con su promesa sobre intentar recordarnos. Me gustó que, a pesar de no tener idea de lo que pasaba, correspondió a mis abrazos. Me gustó saber que aunque fuera en lo más profundo de su interior, ella seguía siendo la misma.
Ethan me separó de ella, empezando una pequeña discusión. Sentí mucha nostalgia al vernos de nuevo los tres, juntos, compartiendo un momento, aunque fuera un poco incómodo.
Sonreí al verla tan intimidada por nuestra madre. Era un poco chistoso, sabiendo como ella nunca se había intimidado ante Charlotte. De hecho, nunca se había dejado intimidar por nadie. Pero esta chica que estaba frente a mí, no era ni rastro de lo que fue en el pasado. Tendría mucho que aprender. Su pasado la había formado para ser una chica orgullosa y altanera. Era lógico pensar que, sin eso, solo era una chica normal.
De repente, la vi tambalearse. Ethan apenas y logró tomarla a tiempo antes de que tocara el piso. Él siempre tuvo excelentes reflejos, que le ayudaron a que no se hiciera más daño del que ya tenía.
—Llama a Adam —murmuró justo antes de caer en la inconsciencia.
Sentí el miedo inundar mi sistema, mientras mis alarmas se dispararon.