Desperté con los ojos hinchados de tanto llorar. Nicholas, estaba a mi lado viendo sus redes sociales.
—Hola, bonita, ¿cómo dormiste? —Me dio un dulce beso en los labios.
—Mejor de lo que esperaba. —Me senté en la cama y me tapé la cara con las manos para que no me llegara luz a los ojos—. ¿Y el pequeño?
—Vino Alexandra a buscarlo temprano. Llegó en la madrugada de sus vacaciones.
No tenía ánimo para nada, ni siquiera me interesaba saber si habían hablado sobre lo ocurrido en Cuba. Nicholas se levantó y a los diez minutos llegó con el desayuno y otro bonito ramo de flores. Me alegraba las mañanas con sus lindos detalles.
Teníamos reunión con su agente y posterior a eso con el abogado.
Sabía que lo ocurrido no había sido accidente, fue un aviso.
Almorzamos y a los veinte minutos llegó quien manejaba la carrera de mi rubio.
Vimos las fechas disponibles para el matrimonio por la iglesia y recién Nicholas en un año tenía espacio. Maritza dejaría agendado para primavera.
Mi celular empez