𝓣𝓻𝓪𝓶𝓹𝓪𝓼 𝔂 𝓮𝓷𝓻𝓮𝓭𝓪𝓭𝓪𝓼

Al día siguiente de la boda, Nicholas tenía que ir a ensayos coreográficos. Me quedé todo el día sola en casa.

Estaba tan aburrida que decidí hacerme un Instagram, el cual a la hora ya tenía más de ocho mil seguidores.

Decidí escribirle un WhatsApp a Renato para darle las gracias, pero sabía que no tendría respuestas, porque estaban llenos de trabajo, pensando en los espectáculos que tenían por el país y la gira a Europa que se aproximaba.

Terminando mi mensaje me entró uno de la plástica. Sin ganas, lo abrí, ya que sabía que nada bueno podría haber venido de ella.

«Emilia, es momento hablar. Hay cosas que tú realmente no sabes. Me gustaría decírtelo por este medio, ya que para mí es tan desagradable verte como lo es para ti, pero no puedo. Por favor, es realmente importante.»

No quería responder, pero la curiosidad que viene en nuestro gen femenino actuó de inmediato.

«Okey. Dime a qué hora y dónde», respondí.

«Ahora. Voy en camino. Te envío la ubicación del café. Por favor, no t
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