𝓔𝓵 𝓻𝓮𝓼𝓹𝓲𝓻𝓸

Llegué a casa, abrí la puerta y al mirar hacia el cuarto de estar que estaba a mi derecha, vi que el pequeño Nathe venía corriendo a mis brazos. Sin dudarlo, acepté su cariño y le entregué el mío.

Bajé el desnivel con Nathe en brazos y me di cuenta de que Nicholas me estaba mirando serio y con cara de preocupación.

«¿Le habrán enviado el video?», pensé.

Antes de decir algo, me acerqué para saludarlo con un tierno beso.

De inmediato Nicholas le estiró los brazos a su pequeño y le pidió a la niñera que se hiciera cargo de él.

—Nicholas, me estás asustando. ¿Qué está pasando? ¿No se suponía que hoy llegabas tarde?

Se sentó en el sofá y tomándose la cabeza me respondió:

—Encontraron a Alexandra muerta en su casa, al parecer la asesinaron.

Lo que me estaba contando no era una broma y todo lo que había pasado en la tarde tampoco. Tantos problemas no me dejaban tiempo ni para pensar, estaba al borde de un colapso nervioso.

Mi celular empezó a recibir rápidamente mensajes.

—¿Quién te escribe
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