𝓢𝓾𝓯𝓲𝓬𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮

Ambos nos levantamos de las reposeras y vestimos. Estábamos siendo espiados y ni idea de algún sospechoso con tanta gente poniendo cámaras por la casa.

Pensábamos que todo había terminado, pero no, eso estaba recién comenzando.

Renato venía entrando a la casa con más gente aún, a renovar nuestros closets. Gracias a que los ventanales de la casa estaban abiertos, podíamos escuchar su inigualable voz desde la piscina.

—¿Dónde está la bella y la bestia? —preguntó, en voz alta.

De inmediato le respondieron que estábamos en la piscina y salió a saludar.

—Amiga, bella. Divina como siempre. Tanto tiempo sin verte. Tú estás cada día más linda. No puedo decir lo mismo de ti, Nicholas —dijo, mirando a mi rubio—. Si me aumentaras el sueldo, podría recomendarte a algunas personas para que te arreglen unas arruguitas que te están saliendo. ¿Qué les pasa a los dos? ¿Vieron a un muerto o qué? ¿No me van a saludar? —culminó.

—Hola, Renato, qué agradable sorpresa —dije mientras lo abrazaba.

—¿Ve
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