Mierda, ¿cómo es posible que Adrien esté en mi habitación? Veo una copa y una botella de licor en el buró al otro lado de la habitación. Observé cómo comienza a moverse lentamente. Abre los ojos y me mira.
—¿Qué haces aquí, Adrien? —le pregunto, furiosa.
Se reincorpora y se sienta en la cama, mirándome intensamente.
—¿No es obvio? Estoy esperándote —responde con una expresión seria.
—¿Cómo entraste? —le cuestiono, aún molesta.
Se levanta de la cama y se acerca a mí. Retrocedo hasta que siento la pared a mi espalda.
—Dejaste la puerta abierta —me dice, acercándose aún más.
Apoya sus brazos a ambos lados de mi cabeza, en la pared. Nos miramos a los ojos, intensamente.
—¿Estás borracho? —le pregunto, notando un ligero olor a alcohol.
—No. Estoy consciente. Solo me tomé una copa, al igual que tú. Pero a diferencia de mí, yo estaba solo y tú tenías buena compañía — responde con un tono celoso.
Sus celos me dan la oportunidad perfecta para provocarlo.
—Qué lástima, ¿no me digas que estás ce