Mundo ficciónIniciar sesiónLa Preocupación y La Calma
El reloj del estudio marcaba casi la medianoche y, sin embargo, Serena seguía revisando las hojas extendidas sobre el escritorio. La luz dorada de las lámparas caía como un velo cálido sobre los papeles, resaltando los trazos firmes de su caligrafía y los pequeños detalles escritos en los márgenes: medidas ajustadas, notas sobre combinaciones de sabores, recordatorios en tinta azul. Los documentos, protegidos por fundas plastificadas, brillaban con una mezcla de orden y pasión, como si en esas recetas estuviera volcando más que conocimiento: estaba vertiendo pedazos de su historia.
El aroma del té frío y de la madera del escritorio llenaba el aire. A su alrededor, el silencio era casi absoluto, roto apenas por el sonido lejano de la lluvia que comenzaba a golpear suavemente los ventanales. Serena frotó sus sienes, cansada, pero incapaz







