Sofía acababa de tomar una taza cuando Alejandro la sujetó con fuerza.
Sin decir una palabra, arrojó la taza a un lado.
—Sofía Valdés, eres realmente despiadada. Anoche, casi logras engañarme.
Dijo Alejandro con frialdad.
—¿De qué estás hablando, Alejandro? No entiendo nada.
Respondió Sofía con una expresión inocente.
Pero Alejandro continuó, con los ojos entrecerrados y la voz cada vez más gélida:
—Tú te confabulaste con mi abuela, fingieron toda esa escena para dejarme a solas contigo. Luego Mariana los vio y creyó que entre nosotros había algo… Todo eso fue para conseguir los veinte mil millones, ¿cierto?
Al escuchar eso, Sofía entendió que Alejandro creía que el dinero con el que había salvado la empresa venía de la señora Rivera.
—Alejandro, estás muy equivocado —le respondió, mirándolo con seriedad — Lo de anoche no tuvo nada que ver conmigo. Y el dinero que usé para salvar la empresa lo conseguí por mi cuenta. Tu abuela no tiene nada que ver.
—¿Sigues mintiendo? —La mirada de