Ninguno de los accionistas presentes confiaba en Sofía.
Lo único que querían era que vendiera la empresa para recuperar su dinero.
Ante tal escena, Sofía no se sorprendió en lo más mínimo. Ya lo esperaba.
En ese momento, miró a su abogado, quien colocó una laptop frente a todos.
Presionó una sola tecla, y de inmediato apareció en pantalla el saldo de la cuenta empresarial: veinte mil millones de pesos.
—Miren con atención —dijo el abogado—, aquí hay dos mil millones.
Todos quedaron atónitos.
¿Dos mil millones?
¿De dónde los había sacado Sofía?
Incluso Luisa se quedó pasmada.
¿Desde cuándo tenía Sofía esa cantidad?
Al ver a los accionistas acercarse para confirmar que era real, Sofía solo sonrió con tranquilidad.
—Ahora que el dinero está aquí, ¿alguien más tiene alguna duda?
—¿De verdad son dos mil millones?
—¿No será que nos quieres calmar nada más?
—¿De dónde sacaste esa cantidad?
Las miradas de todos estaban llenas de sospecha.
Sofía se recargó cómodamente en su silla y dijo:
—Lo qu